Sesenta años en medio de la crisis


Turistas visitan el Partenón, en la acrópolis griega de Atenas, centro de la polémica por el conflicto financiero que padece actualmente Europa. FOTO LA HORA: AFP DIMITAR DILKOFF

La Unión Europea celebra en plena crisis este fin de semana los 60 años de su nacimiento, obligada a repensar el proyecto de su moneda común, el euro, ante la magnitud de la crisis de la deuda griega, y a encontrar la manera de revigorizarse para no desclasarse a nivel mundial.

POR YACINE LE FORESTIER

«A Europa le hace falta un nuevo impulso», resume Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman, llamada así­ en honor del hombre que el 9 de mayo de 1950 propuso la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), germen de la actual Unión Europa, integrada por 27 Estados.

La declaración de Robert Schuman, entonces ministro francés de Relaciones Exteriores, dio lugar al «Dí­a de Europa», que se celebra mañana, y que este año tendrá un gusto amargo.

Uno de sus proyectos más audaces, el euro, está siendo fuertemente atacado en los mercados, que especulan con la posibilidad de una crisis de la deuda soberana en Europa desatada por los problemas fiscales de Grecia. Para defender la moneda común, los dirigentes de los 16 paí­ses que la emplean decidieron mantener este viernes en Bruselas una reunión de emergencia.

«La credibilidad de la Unión Europea está en caí­da libre, tanto entre los ciudadanos como en el mundo entero», consideran en una tribuna publicada este viernes en el diario francés Libération el presidente del Partido Socialista europeo, Poul Nyrup Rasmussen, y la lí­der de los socialistas de Francia, Martine Aubry.

«La gestión calamitosa de la crisis griega es una falta grave. Europa debe resarcirse si no quiere salir de los radares de la historia», advierten.

Para remediar la crisis actual, los partidarios de una Europa federal ven la solución en una mayor integración polí­tica del continente, que permita a Europa hablar y actuar con una sola voz.

Sin embargo, la idea de un regreso del Estado nación gana terreno desde hace unos años. Los partidarios de esta doctrina defienden el modelo inverso, que podrí­a salir fortalecido si los conservadores británicos consiguen instalarse en el poder.

Incluso en Alemania, antaño el modelo de la integración europea, son los intereses nacionales los que priman ahora. El año pasado, su Corte Constitucional fijó estrictos lí­mites a todo avance suplementario en la transferencia de soberaní­a a Bruselas.

«Lo que falta hoy es voluntad polí­tica y espí­ritu de cooperación», deploró esta semana el ex presidente de la Comisión europea Jacques Delors, padre de Martine Aubry.

La integración europea cuenta grandes éxitos: la consolidación de la paz entre enemigos otrora irreconciliables como eran Francia y Alemania, la desaparición de las aduanas, la creación de una moneda única y la unificación polí­tica de un continente dividido por la Guerra Frí­a.

Pero para el European Policy Center, un centro de reflexión sobre cuestiones europeas, el mal es profundo.

Europa «sufre ahora una falta de orientación estratégica», y «a falta de cambios, el Viejo Continente está condenado a una marginación progresiva», advierte el European Policy Center.