Seriedad política


Editorial_LH

Algunos, entre ellos el futuro presidente del Congreso, creen que la mala imagen de los políticos en general y de los diputados en particular es consecuencia del trabajo de los medios de comunicación que se encargan de divulgar aspectos negativos de lo que ocurre en la máxima representación nacional. Pero vale la pena preguntarse si los medios están simplemente informando la realidad o si están inventando sucesos para, como dicen algunos, vender más mediante la propagación de malas nuevas que son las que alientan el morbo y producen negocio.


En lo que a nosotros respecta, el seguimiento que hacemos de la labor de los políticos tiene como fundamento la necesidad de que exista una rendición de cuentas porque todos los que llegan a ocupar un puesto público, sea por elección o por nombramiento, tienen una responsabilidad social ineludible que es proporcional a la importancia del cargo que ocupan y de la representación que puedan ostentar. Creemos firmemente en la democracia, pero no puede haber democracia sin información plena para que el ciudadano pueda tomar sus decisiones debidamente sabido de lo que está ocurriendo y de lo que puede esperar.
 
 Cuando ocurren hechos como la deliberada tardanza para conocer de algunas leyes y la extraordinaria celeridad para aprobar sin discusión otras, es absolutamente necesario que esas situaciones lleguen a ser de dominio público porque sería irresponsable si los medios de comunicación no advierten esas diferencias de comportamiento que, sin necesidad de pruebas fehacientes, son indicadores de la forma en que se legisla, de las motivaciones que se tienen para actuar en una u otra forma. Los asuntos de interés nacional duermen por años el sueño de los justos, mientras que los de interés de algún sector poderoso reciben trato preferencial en forma por demás expedita.
 
 Los partidos políticos son, al final de cuentas, los responsables del descalabro de la imagen institucional de la democracia reflejada más que nada en la que se tiene del Organismo Legislativo, porque las curules pasaron a formar parte de la pública subasta que es característica de todo nuestro modelo político. Si no vale la lealtad partidaria, como se ha visto, menos importa la capacidad y honestidad de los postulados porque lo que se busca durante la campaña es que cada candidato sufrague no sólo sus propios gastos sino que financie la actividad en su distrito.
 
 Y como no tenemos partidos ideológicos ni patrióticos, aunque tengan el nombre, es natural que se produzca ese permanente tránsito de un partido a otro que es síntoma de la ausencia de compromiso. Y sin compromiso, cada quien vela por sus propios intereses y los del país y del bien común salen sobrando.

Minutero:
 Plagados de tanto cinismo
 no sorprende el transfuguismo;
 todos siguen la matriz
 del derecho de su nariz