Seria crisis polí­tica en Ecuador


Crisis. Los problemas polí­ticos ha sido marco para el gobierno de Rafael Correa, que ha estado 100 dí­as en la presidencia.

Ecuador soporta los embates de una aguda crisis de poderes, atizada por la protesta social, que forzó la huida hacia Colombia de once opositores y que por primera vez en diez años de turbulencia no compromete la continuidad del presidente.


El paí­s más inestable de la región -con ocho mandatarios en una década- volvió a ser sacudido por el efecto dominó de la pugna de poderes que incuba los planes del presidente socialista Rafael Correa, de 44 años, para cambiar la Constitución.

Correa, quien gobierna sin los partidos mayoritarios e invocando una revolución socialista que lo tiene en la cima de la popularidad, enfrentó una férrea oposición de derecha que ha ido doblegando con el apoyo de indí­genas y movimientos ciudadanos que lo respaldan con manifestaciones en las calles.

Un bloque parlamentario de mayorí­a adverso al Ejecutivo intentó torpedear el plebiscito en que fue aprobado, el 15 de abril, la Constituyente que redactará la nueva Carta Polí­tica, y que según Correa deberá reforzar el papel del Estado en la economí­a, recortar los poderes del Congreso y despolitizar los tribunales.

A raí­z de esa obstrucción, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), erigiéndose como máxima autoridad en época de comicios, destituyó a 57 opositores el 7 de marzo, iniciándose un duro pulso con el Poder Judicial y el Legislativo para resolver la situación de los polí­ticos.

El lunes el máximo Tribunal Constitucional (TC) restauró el fuero parlamentario a 50 de los legisladores, pero el fallo fue desconocido por el Congreso, el TSE y el presidente Correa por considerarlo irregular, mientras cientos de manifestantes rodearon el hemiciclo para repudiar la medida.

El Parlamento, dominado ahora por una mayorí­a afí­n al gobierno -que se abstuvo de presentar listas en las legislativas-, resolvió desintegrar el TC aduciendo que los magistrados excedieron el tiempo de sus funciones, mientras que una fiscal solicitó el arresto de 24 de los opositores bajo sospecha de sedición.

El martes once de los afectados llegaron a Colombia pidiendo «protección jurí­dica» alegando una persecución polí­tica orquestada por Correa, quien deslindó cualquier responsabilidad en la crisis y expresó su rechazo a una eventual detención de sus detractores.

«Hay una dictadura donde no hay garantí­as personales ni jurí­dicas. Cuando hay una decisión jurí­dica adversa, inmediatamente Correa manda a las turbas asalariadas a tratar de linchar y matar a los jueces», afirmó la derechista Gloria Gallado.

A diferencia de otras crisis, en las que también Ecuador fue sacudido por pugnas de poder, manifestaciones y anomia jurí­dica, esta vez la suerte del jefe de Estado no está en juego.

Por el contrario Correa cuenta con una popularidad récord del 76% que prácticamente lo atornilla al poder, y más desde la aprobación de la Constituyente por una mayorí­a histórica.

«Internamente está claro que el apoyo a la presidencia es alto, no así­ el de los diputados, lo que inclina a su favor la correlación de fuerzas», comentó Paulina Recalde, del Observatorio Polí­tico de la Universidad Católica.

Así­, la situación pareciera favorecer a Correa al menos internamente, porque en el frente diplomático la salida de los diputados abre interrogantes sobre las garantí­as para sus detractores, dijeron analistas.

«Se puede alimentar la percepción de que en Ecuador hay un desorden total, que hay caos y eso obvio porque no vivimos en un Estado de derecho, aunque tampoco en una dictadura como por error quieren hacer ver los diputados», señaló a la AFP Simón Pachano, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Con el 30% de población indí­gena, Ecuador es el quinto productor sudamericano de petróleo y bajo el gobierno de Correa se ha acercado al presidente venezolano Hugo Chávez, en detrimento de los organismos mundiales de crédito.