Serbia de nuevo en la encrucijada


Serbia está de nuevo en la encrucijada, con un ultranacionalista euroescéptico y un pro occidental que el domingo se disputan con posibilidades similares la presidencia del paí­s, un poco más de siete años después de la caí­da de Slobodan Milosevic.


La lucha entre el pro occidental Boris Tadic y el euroescéptico Tomislav Nikolic es tan reñida que incluso los institutos de sondeos experimentados se abstienen de hacer pronósticos sobre el resultado de la segunda vuelta.

«Es algo que ya hemos vivido, casi un referéndum sobre el futuro del paí­s, como en 2000», considera el analista Branko Pavlovic.

Tadic es miembro de la amplia coalición de oposición que expulsó a Slobodan Milosevic del poder en octubre de 2000 tras su negativa a reconocer la derrota en las presidenciales de septiembre de ese mismo año.

Nikolic, cuyo Partido Radical (SRS) era aliado de Milosevic cuando éste estaba en el poder en los años 90, es para muchos sí­mbolo del aislamiento de Serbia, de sanciones internacionales y de miseria económica.

Pese a que los sondeos dan una leve ventaja a Tadic, «es posible que la victoria en las elecciones dependa sólo de unos miles de votos», según Pavlovic.

En opinión de otro analista, Miljenko Dereta, los comicios del domingo tienen más importancia que un referéndum a favor o contra la entrada de Serbia en la Unión Europea. «Decidimos el futuro de varias generaciones», considera.

«Estamos en un momento crucial, debemos distinguir entre la polí­tica que conduce a la destrucción total de Serbia y la que llevará al paí­s hacia su habitat natural, Europa», explica.

Rechazar la integración en Europa conducirá al «estancamiento y a la regresión», considera por su parte la analista Sonja Liht. Una eventual victoria del candidato ultranacionalista serí­a «una catástrofe nacional para Serbia», afirma. «Serbia quedará aislada del resto del mundo», agrega.

Ex ministro de Relaciones Exteriores del primer gobierno post Milosevic, Goran Svilanovic considera que una victoria de Tadic «significará una orientación a largo plazo hacia los valores europeos».

Sin embargo, los partidarios de Nikolic «no son todos ultranacionalistas», subraya. «Buena parte de ellos son ví­ctimas de la transición, ignorados o incluso olvidados por los polí­ticos en el poder», afirma.

Las reformas económicas emprendidas tras la partida de Milosevic conllevaron el cierre de muchas empresas y un aumento del desempleo, mientras el salario medio en Serbia sigue siendo inferior a 400 euros al mes.

«Las ví­ctimas de la transición son un blanco excelente para los discursos populistas, que caracterizan al partido de Nikolic», según la psicóloga Kaja Pribicevic.

«Para ellos, los mensajes de Tadic sobre el futuro europeo y una vida mejor son demasiado vagos y sus condiciones de vida no se ven mejoradas cuando los reformistas están en el poder», explica la psicóloga.

Además, la Unión Europea es mucho menos atrayente desde que la mayorí­a de sus miembros está de acuerdo en reconocer una próxima independencia de Kosovo, provincia que muchos serbios consideran cuna de su cultura.

Por su parte, Mirko Tepavez, de la organización no gubernamental Movimiento Europeo, considera que Serbia «se encuentra por enésima vez en la encrucijada y corre el riesgo de tomar de nuevo la decisión equivocada».