El candidato demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, prometió revivir la promesa estadounidense exactamente 45 años después del día en que Martin Luther King pronunció su discurso «Yo tengo un sueño», en el que fijó su punto de vista sobre la unidad racial en el país.
En el animado clima de una convención demócrata realizada ante 84 mil personas, Obama, que acababa de convertirse oficialmente en el primer candidato negro a la Casa Blanca por uno de los grandes partidos, atacó ayer a su rival republicano, John McCain y al gobierno de George W. Bush.
«Estados Unidos: somos mejores que estos últimos ocho años», dijo. «Somos un país mejor que esto», lanzó.
«Este momento, esta elección es nuestra oportunidad de mantener viva la promesa en el siglo XXI», expresó Obama, en un discurso de tonos poéticos pero de fuerte contenido político en el que ató la imagen de McCain con la del impopular presidente George W. Bush.
«Estamos aquí porque amamos demasiado este país como para dejar que siga siendo como en los últimos ocho años. El 4 de noviembre, debemos ponernos de pie y decir: «Ocho ya es bastante»».
Obama cautivó a la impresionante muchedumbre en un estadio al aire libre mientras pronunciaba su emotivo discurso, que fue interrumpido por numerosas ovaciones que sacudieron el coliseo deportivo.
Pero según los analistas, aún tiene le resta mucho por hacer. Julian Zelizer, profesor de historia de la Universidad de Princeton, dijo que si bien el discurso de Obama fue un buen comienzo para pescar a los electores de Hillary Clinton, aún tiene mucho trabajo por delante para derrotar a McCain.
«No creo que ese discurso haya atrapado a la gente indecisa» señaló.
Cuando terminó el discurso de Obama, una polícroma salva de fuegos artificiales y una lluvia de confetti pintaron de fiesta el cielo de las Montañas Rocosas.
Alcanzando alturas que pocos hubieran imaginado hace cuatro años, cuando emergió en la escena política norteamericana, Obama aseguró que enfrentará con dureza los cuestionamientos de los republicanos sobre su capacidad para gobernar y su patriotismo.
Dijo que McCain no entiende la lucha de los estadounidenses que trabajan, y que pierden sus empleos, que son llevados a otros países, mientras aumentan sus gastos, y sus perspectivas se ensombrecen. «Eso es porque a John McCain no le importa; es porque John McCain no lo entiende», dijo Obama.
Mientras miles de sus partidarios agitaban frenéticamente pequeñas banderas norteamericanos en medio cantos patrióticos, Obama llegó al clímax de su discurso al anunciar: «Tengo noticias para ti, John McCain: todos nosotros ponemos primero a nuestro país».
Rebatió vehemente las afirmaciones de los republicanos previas a la convención de ese partido la semana próxima, en el sentido de que él tenía muy poca experiencia como para ser comandante en jefe.
«No me digan que los demócratas no nos van a mantener a salvo», manifestó.
«La política externa de Bush-McCain ha dilapidado el legado que había sido construido por generaciones de estadounidenses –demócratas y republicanos– y nosotros vamos a restaurar ese legado», prometió.
Obama puso en juego la magistral retórica que caracteriza sus discursos con un detalle de las políticas que llevará a cabo si resulta elegido presidente, teniendo en cuenta que probablemente muchos norteamericanos se interesaban en su campaña por primera vez.
«No se derrota una red terrorista que opera en 80 países ocupando Irak. No se protege a Israel ni se disuade a Irán hablando duro en Washington.
«Si John McCain quiere seguir a George Bush con más palabras duras y estrategia equivocada, ésa será su decisión, pero no es el cambio que necesitamos», afirmó.