En Guatemala no nos sorprende que haya instancias que no funcionen. Si se trata de educación, sabemos que los maestros no llegan a clase y que los textos no están a tiempo; si es en Salud, sabemos que no hay personal ni medicinas, y las que hay están sobrevaluadas; si es en Comunicaciones, sabemos que se manejan comisiones que se reflejan en el sobreprecio de las obras.
Y, sobre todo esto, la ciudadanía ha aceptado a mover la cabeza en forma de reprobación, pero sigue callada con el día a día. Hemos experimentado que se presentan denuncias y siempre queda la duda sobre qué fue lo que realmente aconteció, porque las pruebas que se presentan son sumamente débiles, basadas en rumores o sin la contundencia necesaria.
Y resulta que, mientras tanto, está la Contraloría General de Cuentas de la Nación que se dedica a perseguir y hacer reparos a alcaldes y funcionarios de poca monta, pero no ha dicho absolutamente nada sobre las redes de corrupción que están enquistadas dentro de la estructura del Estado.
La lucha contra la corrupción es, sin duda alguna, la batalla más grande que hay en las entrañas del poder. Es esta instancia en la que se abren las puertas para el crimen organizado, para las mafias administrativas y para las alianzas “público-privadas” de enriquecimiento ilícito. Y es por ello que se tiene que ser no solamente muy claro y contundente en las denuncias, sino que cerrar cualquier posibilidad de que se trata de acusaciones sin fundamento.
Todos han hablado de cómo el deporte ha sido una actividad extremadamente “cara” para los resultados que ha rendido. La vicepresidenta Roxana Baldetti ha denunciado una red de corrupción y anunció denuncias ante el Ministerio Público, pero existe contradicción sobre lo sucedido. Este tipo de contradicciones no son válidas en casos tan serios, porque vienen a servir para convertir un tema de mucha seriedad como la corrupción, en una batalla de dimes y diretes.
La reciente experiencia de un vicepresidente que creyó que con buenas intenciones y algunas declaraciones podría hacer frente a la corrupción, debe ser utilizada como ejemplo. Cada información que se da desde la posición de un puesto de tal importancia, tiene que ser contundente para no dejar lugar a dudas. Si no es así, en el futuro puede que nadie escuche con la seriedad del caso.
Para finalizar, debemos recalcar que La Hora ha sido muchas veces contundente al criticar a la Contraloría General de Cuentas de la Nación. Hoy no queda más que decir que estamos en lo correcto. Se cuenta con una institución en un lindo y moderno edificio que podría ser el monumento a los inútiles. No puede ser que un país en que el costo de la corrupción se mide en miles de millones de quetzales, de esa ostentosa estructura no salga más que reparos para pequeños personajes de la administración pública.
Minutero:
Van y vienen las denuncias
sobre tan jugosas truncias
pero la Contraloría
nunca actúa ni porfía