Sentir y pensar como el pueblo


EDUardo-Blandon-2013

Lo que ocurre en La Puya expresa elocuentemente el modo de razonar de nuestras autoridades que incurren a la violencia al imponer sus propios criterios. Ellos no han sido educados para el diálogo ni el consenso, sino para hacer valer sus ideas a golpe de martillo, mostrando los colmillos y enseñando sus músculos. Actúan bajo el supuesto que la gente sentirá miedo y que su lógica finalmente saldrá victoriosa.

Eduardo Blandón


Un cálculo que casi nunca resulta exacto, pues aunque en el tiempo la fuerza se imponga, a la larga prolonga los problemas y estimula reivindicaciones seguras en un momento y espacio que siempre llega. De modo que el gobierno de Otto Pérez Molina, una vez más extravía el camino y opta por lo aprendido en los cuarteles, sin que nadie aconseje lo contrario por asesores formados con los mismos manuales castrenses.

Este es un gobierno insólito. No solo fracasa en la persecución de criminales y el establecimiento de la paz, sino también en la construcción de la unidad nacional. Es gobierno perdedor al desentenderse de los intereses del país. Eso es La Puya, la prueba segura de la capitulación de la defensa de los más débiles a favor del poder económico extranjero.

Aun así el Presidente quiere extender su mandato. ¿Desea saber cuál es o será su método de persuasión? La de siempre. Con su lógica impecable. La imposición a la fuerza. Primero, a través del ofrecimiento de favores a los poderes del Estado. Prometiendo extender el poder en algunas instituciones. Luego, si no funciona, a través de la mentira, el engaño y el timo. Diciendo que la propuesta favorecerá un Estado más moderno, de primer mundo, nunca viendo los intereses propios. Finalmente, a través del garrote. Este gobierno sabe cómo aplicarlo, en eso fueron formados.

Se atribuye a Juan Domingo Perón una frase que bien podría aleccionar a nuestro flamante Presidente al provenir de un colega también formado en cuarteles.  El líder argentino decía que «para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él».

Esa es la clave, me parece ser humanista, trabajar para los demás. Sin embargo, este gobierno ha dado muestra de fatigarse exclusivamente para sí mismos. Se llevarán mucho dinero, pero jamás el afecto de la población. La Puya es su cementerio y la inscripción de su paso por el Estado sin pena ni gloria. Porque, como afirmaba Perón, nunca sintieron ni pensaron como el pueblo.