Sensatez


Como siempre, vivimos en la era de la especulación.  Lo nuestro es teorizar y hacer hipótesis, sin ánimos de hacer ciencia, perdidos, sin fundamentos, apartados de toda realidad, viviendo en un mundo similar a la drogadicción.  La marihuana que respiramos por el tráfico de Internet, lo que mal leemos, vemos por televisión y nos cuentan, nos contamina e induce a la ficción.

Eduardo Blandón

A eso obedece el éxito de la desinformación de Internet, los correos basura que nos llegan y que algunos (incluyendo amigos que uno pensaba «crí­ticos») reenví­an campantes, contribuyendo a la porquerí­a cibernética.  Hay en nosotros, parece, un prurito por la especulación fácil y los juicios aventurados, alejados de todo esfuerzo por, ya no digo la lógica elemental, sino por cierto afán de contraste.

Con esa actitud de caverní­cola intelectual, nos lanzamos acrí­ticamente a negar toda evidencia con simpleza.  Abrimos nuestros oí­dos a cualquier sirena informativa y prestamos nuestro asentimiento como carbonero con fe.  Así­, pasamos de la creencia ridí­cula al ateí­smo fanático.  Y no hablo de la fe religiosa, sino a nuestra proverbial candidez con que decimos «amén» a todo lo que se dice.

Somos suspicaces deportivos.  Creemos y no creemos.  Si alguien lanza un globo diciendo barbaridades del Presidente, lo creemos.  Si alguien escribe que un Ministro es honrado, dudamos.  Si se comenta de la bondad de un pastor, criticamos.  Si un militar ayuda a construir puentes, algo quiere.  Si un periodista, habla bien de un polí­tico, es fafero y corrupto.  En nuestro paí­s, no hay medias tintas y todos somos culpables y se nos condena aun sin tener pruebas.

 Eso mismo nos pasa ahora con el caso Ví­ctor Rivera.  En lugar de indagar sobre las posibles pruebas, simplemente criticamos y decimos que «no puede ser».  Y uno pregunta ¿por qué? y no hay razones, aquí­ priva el corazón.  Lo importante, me parece, es buscar razones, corroborar pruebas, examinarlas y, más allá del personaje, me refiero a Castresana, tratar de encontrar la lógica del crimen.  Armar el rompecabezas para ver si las piezas corresponden.

 Pero nada más bajo e interesado que empezar a repetir «acrí­ticamente» lo dicho.  Lo que se dice por la calle, el testimonio de gente que asegura tener información confidencial, confiable y sin visos de error.  Hay mucha basura en el ambiente, incluso los amigos son focos de contaminación si no saben abstraerse de tanta morbilidad ambiental.  Es tiempo de aplicarnos y tratar de ver con claridad, aplicando la reflexión serena.

Juguemos a serios y no seamos irresponsables transmitiendo lo que escuchamos y encontramos maliciosamente por Internet.  Empecemos a modificar el ambiente informativo para que se nos tome por personas sensatas.  No caigamos en la mentira y los intereses de algunos que sacan provecho del descalabro nacional.

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