Señor, permí­teme servirte


¡Oh, divino Gran Arquitecto del Universo!
Hoy, como todos los dí­as,
postrado humildemente de hinojos
veo tu gloria.
¡Oh, Señor! Tú eres la esencia
de la humildad,
Tú no tienes preferencia
por ningún hijo,
ni paí­s en especial.

Eduardo Alfonso Luna Estrada / A-1-309873

 


Tú eres, Señor, el Espí­ritu Universal;
Tú tienes todos los dones
y todas las virtudes.
Tú eres el poder y el perdón sin lí­mites,
Tú eres toda la fuerza
de toda fe.
Tú eres, Señor, nuestro Padre espiritual,
y no reconocemos a otro más que a Ti.
Donde se vive la avaricia, caridad;
donde se vive la mentira, inconmutabilidad;
donde se vive la desesperación, paciencia;
donde se vive la injusticia, justicia;
donde se vive la inconstancia, estabilidad;
donde no crean en Ti pon tu palabra.
Señor, tan sólo déjame alabarte,
y con toda la fe y humildad que me has dado,
permite que el dí­a que nazca a la vida eterna,
bese tus pies,
 Y de todo mi corazón, Señor,
pueda servirte como Tú realmente te lo mereces,
porque Tú eres grande,
y tan sencillo, hacedor de todo,
permí­teme, pues, como se lo concediste
a otro hombres mejores que yo,
ser un instrumento de tu servicio
y compartir con el pobre
el pan nuestro consustancial,
porque eres, Señor, no sólo la gloria,
Sino la bendición y la luz universal.