Las señales de tránsito son un lenguaje que nos dice cómo deben comportarse en su locomoción los automovilistas y los peatones. Sin embargo, los mensajes que envían, tanto las autoridades gubernamentales y aún los mismos automovilistas, son confusos e increíblemente irrazonables en ciertas oportunidades.
Una de las crasas torpezas es la orden emanada de la alcaldía de la Capital de Guatemala para que todos los vehículos pintados de verde, pertenecientes a esa municipalidad, mantengan centelleando sus luces titilantes todo el tiempo, sin excepción. Estas luces intermitentes se denominan sirenas silenciosas, es decir que, cuando un vehículo oficial lleva encendidas sus luces intermitentes quiere decir que van tras alguna emergencia y se les debe ceder el paso.
Se dice que el astuto ílvaro Arzú es quien dio la orden de mantener las luces intermitentes permanentemente encendidas a sus patrullas motorizadas por aquello de los accidentes, para que el ciudadano común sea siempre el culpable y el responsable, aunque la patrulla se cruce la calle y el atenido automovilista vaya en la avenida con su derecho de vía. En fin, de ílvaro Arzú se cree cualquier cosa. Dicen que es la corrupción andante… con bigote chelón.
Las luces titilantes de las patrullas del ejército privado de Arzú y de la Policía Nacional Civil son dañinas para los ojos de los automovilistas, especialmente cuando es de noche. Mantenga usted, estimado automovilista esos molestos destellos en su espejo retrovisor o frente a su vidrio delantero cuando el tráfico es sumamente fuerte y verá que hará un recordatorio de todas las generaciones anteriores del personal de Emetra y de los empleados municipales.
Las autoridades guatemaltecas por ignorancia o por fastidiar a la población toman unas disposiciones ilógicas. Tan ilógicas que rayan en lo estúpido. Hace muchos años contaban que un alemán radicado en Guatemala armó un enorme problema de tráfico vehicular en la entrada a una población del interior de la República. Este hombre probo y decente iba muy despacio, sin llevar a nadie adelante y se formó tremenda cola en la carretera de entrada. Un policía motorizado, bastante amostazado por la situación, aceleró su moto y se puso a la par de la ventanilla del alemán y le dijo: «Señor, por favor acelere porque va deteniendo todo el tráfico.» A lo cual el ciudadano alemán, sin quitar la vista de la carretera respondió: «Señor agente, el rótulo que está en el inicio de la entrada a la población dice «velocidad máxima 30 kilómetros por hora» y yo estoy acostumbrado a cumplir la Ley, porque en mi país todos la cumplimos.» El policía tuvo que meter la cola entre las canillas y mirar cómo el alemán, imperturbable, mantenía en su velocímetro los 30 kilómetros exigidos por la Ley guatemalteca como velocidad máxima en ese tramo carretero.
Pero los automovilistas chapines generalmente no conocen el uso de las luces intermitentes del pidevías y de las luces intermitentes que aquí se conocen como flashers. Conectan el pidevías para meterse a un garaje, a un centro comercial, a un taller mecánico o gasolinera a mitad de la cuadra; sin saber que el pidevías sirve para avisar que va a doblar en la próxima esquina y, los flashers sirven para indicar que se va a hacer una maniobra extraordinaria y que reducirá la velocidad para realizarla. Particularmente para indicar que quien viene atrás debe tomar precauciones porque hay una emergencia de cualquier tipo.