El Senado estadounidense confirmó la designación del ex juez Michael Mukasey como nuevo fiscal general, pese a la polémica que generó su negativa a opinar sobre la legalidad de la simulación de ahogamiento en los interrogatorios a detenidos.
Mukasey fue confirmado anoche con 53 votos a favor y 40 en contra por el Senado dominado por la oposición demócrata, el apoyo más bajo obtenido por un fiscal general en el Congreso desde 1952, según The Washington Post.
La confirmación del elegido por el presidente George W. Bush para dirigir el Departamento de Justicia pareció complicarse esta semana luego de que Mukasey rehusara declarar en una audiencia en el Congreso que el simulacro de ahogamiento era una forma de tortura, y por ende ilegal.
Mukasey dijo que ese método era «repugnante» y posiblemente «pasado del límite admisible», pero no se pronunció específicamente sobre su legalidad.
El nuevo secretario de Justicia, de 66 años, prometió en privado a varios senadores que respetaría una prohibición explícita de esas prácticas por el Congreso.
Los simulacros de ahogamiento han sido denunciados como habituales en los interrogatorios estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 para obtener información de los detenidos en la denominada «guerra contra el terrorismo».
Sin embargo, el gobierno se ha negado a precisar cuáles son los métodos que utiliza la CIA en su programa de detención e interrogatorios tras los atentados de 2001 contra Washington y Nueva York.
En un comunicado tras la votación de confirmación, Bush agradeció al Senado y describió a Mukasey como «un hombre de fuerte carácter e integridad», quien «será un extraordinario fiscal general».
«Ahora que el juez Mukasey ha sido confirmado, deseo trabajar con el Senado para llenar otros cargos en el departamento de Justicia, de modo que Estados Unidos tenga el equipo de seguridad nacional más fuerte en este tiempo de guerra», dijo el presidente.
Experto en cuestiones de seguridad nacional, Mukasey sucederá a Alberto Gonzales, uno de los más fieles colaboradores de Bush y acérrimo defensor de su «guerra contra el terrorismo», forzado a dimitir el 27 de agosto tras una polémica por la destitución de varios fiscales federales.
Mukasey fue juez federal en Nueva York durante 19 años y es cercano al ex alcalde de esa ciudad y ahora precandidato republicano a la presidencia, Rudy Giuliani.
«Se ha dicho que el Departamento de Justicia está desorganizado y es poco funcional», afirmó el senador republicano Arlen Specter, un duro crítico de Gonzales. «Necesita urgentemente un fiscal general».
Varios senadores que inicialmente apoyaban a Mukasey, como el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, se enojaron a causa de su retórica vacía y cambiaron de postura.
«Estoy indignado por sus evasivas, su enfoque sutil a preguntas sobre la legalidad del ahogamiento», señaló Reid cuando emitió su voto durante el debate de cuatro horas que culminó cerca de la medianoche del jueves.
El presidente de la comisión de Justicia del Senado, Patrick Leahy, votó en contra de la confirmación de Mukasey, argumentando que no había duda de que el ahogamiento era ilegal.
«Este debate se redujo a una discusión sobre principios vitales para los ideales y el alma de Estaods Unidos», dijo Leahy en un apasioando discurso.
Seis demócratas y Joseph Lieberman, un independiente, votaron a favor de la confirmación junto a los republicanos del presidente Bush.
Estuvieron ausentes de la votación los precandidatos demócratas Hillary Clinton, Barack Obama y Christopher Dodd, así como el republicano John McCain.
Michael Mukasey, un tenaz ex juez cercano al aspirante presidencial republicano Rudy Giuliani, es considerado una personalidad no partidista designada para restaurar el orden en el departamento de Justicia de Estados Unidos.
Escogido por el presidente George W. Bush para suceder a Alberto Gonzales como fiscal general de Estados Unidos, Mukasey, de 66 años, fue confirmado el jueves en la noche por 53 votos contra 40 en el Senado controlado por la oposición demócrata.
Labró su reputación de funcionario competente durante sus casi 19 años como juez federal en Nueva York, donde además trabajó como abogado y fiscal.
En 2003 fue el primer magistrado encargado de decidir la suerte de José Padilla, un estadounidense detenido el año anterior a su regreso de Pakistán, sospechoso de querer perpetrar un atentado con bomba radioactiva y que fue encarcelado secretamente en una prisión militar por orden directa del presidente Bush.
El juez resolvió entonces que el presidente tenía la potestad de enviar a la cárcel a un sospechoso, pero que esa facultad no incluía la posibilidad de prohibirle que se reuniera con su abogado, una decisión que le valió críticas y elogios en todo el espectro político.
Nacido en el seno de una familia judía del Bronx (Nueva York), Mukasey estudió en la Universidad de Columbia y obtuvo el título de abogado en Yale en 1967.
Tras ejercer como abogado en Nueva York, en 1972 se convirtió en fiscal federal adjunto de la ciudad, al lado del entonces fiscal Rudy Giuliani, quien fue luego alcalde de la misma urbe, en el seno de la división anti-criminal, donde dirigió la oficina de lucha contra la corrupción.
Cuatro años después se unió a un prestigioso estudio de abogados neoyorquino, donde trabajó durante una docena de años, antes de ser designado juez federal, siempre en Nueva York, por el presidente republicano Ronald Reagan en 1987.
Durante casi 19 años, el juez Mukasey presidió centenares de juicios de diversa naturaleza: fotos de desnudos de la jugadora de tenis Anastasia Myskina, solicitantes de asilo chinos, conflictos entre compañías de seguros tras los ataques del 11 de setiembre de 2001.
Salió del anonimato en 1995 cuando se le encargó el interminable proceso contra diez islamistas acusados de preparar atentados contra Nueva York, entre los cuales se encontraban el egipcio Omar Abdel Rahman, condenado a cadena perpetua.
El caso hizo que se le colocara una estrecha protección durante años, pero también la fama de juez firme e inteligente, que supo preservar el equilibrio entre las condiciones particulares de un proceso muy sensible y los derechos de la defensa.
Mukasey se retiró como juez en 2006 y retornó a su antiguo estudio neoyorquino.
Al igual que su hijo Mark, también abogado y ex fiscal adjunto en Nueva York, ahora era asesor en temas judiciales del comité consultor de Rudy Giuliani, su ex jefe en la fiscalía y actual aspirante presidencial, a quien –como juez de distrito– tomó juramento en 1994 cuando asumió como alcalde de esa metrópolis.