Tiene Ud. razón licenciado, en este país vivimos atrapados en la coyuntura. ¿Cuándo no lo hemos estado? En lo que tengo de vida, y de lo que tengo memoria, no creo haber experimentado lo que es vivir en la “normalidad”, talvez la referencia más constante que tengo a la normalidad, se refiere a las soluciones 1 Normal que uso en mi trabajo.
Lucía de Herrera
Pero de mi solitario lugar de trabajo a lo que sucede día a día en este país, hoy casi podría asegurarlo, grandes diferencias. Un mundo personal desde el que sigo los acontecimientos.
Y todo aquel que siga las noticias, no puede sino percatarse que estamos en un proceso de derrumbe por etapas. Y que de planes para el desarrollo no hay nada, absolutamente nada.
Aun cuando uno trate de encontrarle el lado amable a las acciones, o mejor dicho, reacciones de gobierno, es imposible encontrarlo.
Las crisis que antes ocurrían esporádicamente, ahora son de una frecuencia increíble. Antes podían tomarse como parteaguas, puntos de inflexión que nos permitirían retomar el curso y encontrar nuevos caminos. Creíamos que el progreso llamaba a nuestras puertas, que la estabilidad económica se acercaba, cada vez que un parteaguas se presentaba en la vida nacional.
Hace unas dos semanas, leí un artículo de René Villegas publicado en el espacio que ocupa su columna, el artículo se llamaba El Sabor del Criollismo y mencionaba algunos libros y escritores como ejemplo. Uno llamó mi atención y me dediqué a buscarlo. El mencionaba una Antología del Cuento Triste, de Monterroso, y de ella un cuento titulado Semos Malos. Encontré el libro original: Cuentos de Barro, del escritor salvadoreño, Salvador Salazar Arrué, Salarrué, publicado en 1927, y en él, el cuento que yo buscaba: Semos malos.
Una hoja, dos páginas, contando una historia que resulta dolorosamente actual. Una historia que cuenta eso que dice usted: La búsqueda de oportunidades para no conformarse con lo que se tiene y lo que se es. Padre e hijo con visión de largo plazo, encuentran el asalto en descampado, el saqueo y el delito omnipresente, y la muerte. Ambos migran hacia otro país buscando las oportunidades que el suyo les niega, y terminan, dice el cuento, “huyendo en pedazos en los picos de los zopes”.
Y los bandidos del cuento? Ellos están con los dedos manchados de algo que parecía barro, pero era sangre.
Y yo encuentro similitud entre esos bandidos y nuestros gobiernos, asaltándonos sin piedad cada cuatro años, manchándose los dedos con la pobreza, la desnutrición, con la negación absoluta de oportunidades para nuestra gente. Muertos, abusos, corrupción, suciedad, ese es el día a día en este país, en el que nada parece mejorar… Y yo, como muchos, como la mayoría, permitiéndolo, como si de verdad todos afirmáramos con nuestra indiferencia que “semos malos”… ¿Usted que cree, licenciado?