Semana Santa


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En cumplimiento a las arraigadas tradiciones de la mayoría del pueblo de Guatemala, la semana anterior fue de una limitada actividad de trabajo. Miles de miles de familias se desplazaron dentro del territorio nacional, algunas se movilizaron hacia Antigua Guatemala o permanecieron en la capital, especialmente el Domingo de Ramos, el Jueves Santo y Viernes Santo, cargando u observando de forma devota las intensas procesiones con las que el pueblo católico honra y recuerda la pasión y crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com


Otras, con un poco menos de devoción, se desplazaron a las playas, lagos y áreas de paseo y descanso del interior del país. Lo que sin duda alguna todos efectuaron fue un relajamiento que les permite el día de hoy volver a sus labores con buen ánimo y justificada renovación de energías.

En el país, para sorpresa de otros, cada día más la Semana Santa implica una paralización de actividades, hecho que por supuesto es de difícil comprensión para los ciudadanos y trabajadores de los países desarrollados, donde los días de asueto son sin duda alguna mucho menores en número de los que se producen en países en vías de desarrollo como el nuestro.

En todo caso, el ideal es que después de ese receso se vuelva a las actividades laborales con el mejor deseo de producir, aspecto que debe generarse especialmente en el sector público, donde la mayoría de la población ve con ánimo crítico que no se realiza el trabajo de forma eficiente, responsabilizándose de esa situación al gobierno y al partido de gobierno, quienes siempre están preocupados de mejorar su situación material pero no de servir de forma eficiente, pronta y cumplida a quienes los eligieron y al pueblo en general.

Si analizamos de forma separada a los organismos del Estado encontraremos que el Ejecutivo marcha de forma lenta; la seguridad no ha mejorado, por el contrario, los asesinatos y los crímenes son cada vez más frecuentes. La educación, la salud y la infraestructura continúan deteriorándose y en los próximos meses la situación alimentaria empeorará por cuanto son los meses de menos lluvia, de menos ofertas de trabajo y de muy baja producción agrícola.

Del Organismo Legislativo es mejor no hablar. Una tediosa y poco profunda interpelación al Ministro de Cultura y Deportes lleva más de 100 días y con esa excusa el Congreso que preside un empresario, el diputado Pedro Muadi, continúa siendo un lugar donde el pleno y sus comisiones de trabajo se reúnen de vez en cuando y en lo único que son puntuales es en el cobro de sueldos, dietas y viáticos.

El Organismo Judicial se encuentra en uno de los momentos más difíciles de su historia y como lo han señalado numerosos columnistas, múltiples noticias y campos pagados, el actuar en ciertos casos está haciendo que nos volvamos a acercar a un enorme conflicto social donde la opinión pública y el país se pueden dividir en dos grandes grupos. Las acusaciones y acciones en contra de lo que se suponía impedía la firma de los Acuerdos de Paz y las amnistías derivadas de los mismos han perdido toda credibilidad y a diferencia de una Sudáfrica, donde las políticas que implementó Nelson Mandela y sus colaboradores llevaron a la verdad y al perdón, Guatemala más parece imitar a la Argentina, donde no se olvida, no se perdona sino se continúa distanciando a los unos y a los otros y con ello la paz social no se produce. Las entidades autónomas tampoco escapan al desasosiego, el Seguro Social no ha recompuesto su junta directiva y la Universidad del Estado continúa más preocupada del aumento de sus ingresos que del aumento de la calidad de la docencia.

¡Guatemala es primero!