Semana ecológica


 Una semana ecológica fue la que vivimos la semana pasada.  En primer lugar, nos aprestamos para celebrar el dí­a Mundial del Agua.  Se escribieron artí­culos, hubo presentaciones de libros, debates, programas de televisión y mucho ruido alrededor del tema.  Pero también apagamos las luces en la famosa jornada mundial llamada «La hora del planeta».  Total que nos aplicamos como nunca en temas medioambientales.

Eduardo Blandón

¿Nos estamos volviendo ecológicos?  No lo creo.  A juzgar por el comportamiento que observo entre los jóvenes, me parece que el tema nos trae poco preocupados a muchos.  Yo aún veo desperdicio de agua, descuido en el uso de la energí­a eléctrica y una actitud de botaratas que contradice cualquier ilusión.

 

El cambio sólo vendrí­a mediante una campaña seria en la que los Medios de Comunicación Social hicieran conciencia de la vitalidad del ahorro del agua y energí­a.  Yo soy testigo de una campaña de tal magnitud y todaví­a vivo resabios de ella.  Los sandinistas por años pasaron repitiendo las ventajas del ahorro (era necesario, viví­amos en guerra y el bloqueo de los gringos nos tení­a viviendo a palitos) y luego de repetirse la historia una y mil veces terminaba uno por interiorizar esos valores.

 

Una campaña así­ cambia actitudes: se puede ahorrar comida (el desperdicio se puede vivir como una mala experiencia de conciencia), vivir obsesionado por las luces encendidas (mi caso es enfermizo), traumatizarse por chorros abiertos (incluso cuando sólo gotean las tuberí­as).  ¿Es exagerado?  Sin duda, como exagerado y «pecaminoso» puede ser botar el agua, dejar luces encendidas y tirar la comida.

 

Los expertos nos advierten con frecuencia del Apocalipsis que está por venir por nuestra mala actitud con los recursos siempre escasos.   En dí­as pasados, por ejemplo, Antonio Marquina, coautor y editor de Global Warming and Climate Change, advirtió que «el cambio climático provocará el profundo empobrecimiento de muchas zonas y fomentará la aparición de Estados fallidos y regí­menes autoritarios».

El diario español El Paí­s lo resume así­: «…Global Warming and Climate Change -un libro resultado de la investigación desarrollada por la red de universidades Europa-Asia (ASEM)- propone una visión de escenarios posibles en función de la situación medioambiental actual y de sus perspectivas de evolución. En el Mediterráneo, por ejemplo, las producciones de alimentos están prácticamente al lí­mite, especialmente en el norte de ífrica. «En estos paí­ses, ya se importa buena parte de los alimentos que se consumen», explica el editor del libro, y la situación se agravará si se agudizan los efectos del cambio climático y no se aplican las polí­ticas de adaptación adecuadas, que, fuera de la Unión Europea, son todaví­a prácticamente inexistentes». En pocas palabras se nos avecina la tormenta si no tomamos medidas inmediatas, pero tanta inconciencia parece el resultado de un discurso que todaví­a no cuaja.  Y la prueba está en que, por ejemplo, los diarios de ayer indicaron que los guatemaltecos no apagaron sus luces en la famosa «Hora del planeta».  ¿Muy cursi la campaña?  ¿Demasiado verde?  ¿Producto de ecohistéricos?  Si seguimos en la discusión las plagas de Egipto se quedarán cortas con lo que nos espera.