Tuve la oportunidad de encontrarme en Barcelona el día de las elecciones generales de España, el domingo 20, cuando los votantes le concedieron holgada mayoría al Partido Popular que ha encabezado durante los últimos ocho años el conservador Mariano Rajoy, mientras que el Partido Socialista Obrero Español sufrió la peor derrota desde que se instauró la democracia en aquel país europeo.
La apabullante victoria del PP no puede calificarse tan simplistamente como una humillante derrota del PSOE y de su candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, sino más bien fue un voto de castigo al aún presidente José Luis Rodríguez Zapatero, como consecuencia de la crisis económica y financiera que no logró superar, como tampoco pudieron encararla con éxito otros gobiernos europeos.
El lunes 21, cuando tomaba el avión con destino a París, compré el ejemplar del diario El País, que dedicó alrededor del 90% de sus páginas a informar acerca de la rotunda victoria al empecinado Rajoy, así como incluyó análisis ponderados en torno al debacle del Partido Socialista, habiéndome llamado la atención un artículo de Sara España que tituló “Los electores han castigado ya a seis Gobiernos europeos por la crisis†y que inició con esta lapidaria frase: “Los electores no perdonanâ€.
En efecto, la analista política señaló que “desde que comenzó la crisis, los partidos en el Gobierno (de Europa) han ido cayendo en las urnas sin importar que fuesen conservadores o progresistas†Se remonta a mayo de 2010, cuando los Gobiernos de seis países de Europa (incluida España) han perdido las elecciones generales y en algunos casos con los peores resultados de la últimas décadas.
A partir del año anterior, el Reino Unido, Holanda, Irlanda, Portugal y Dinamarca han cambiado el color político de sus Gobiernos “como castigo por la crisis económicaâ€, y, de esa cuenta, los laboristas del británico Gordon Brown cosecharon en las elecciones del 6de mayo 2010 su peor resultado desde 1983 frente a los conservadores de David Cameron. En Holanda, el entonces primer ministro democristiano Jan Peter Balkenende registró una caída electoral que no había sufrido durante los 23 años de vida de su partido.
En Irlanda, los resultados de las elecciones generales de febrero de este año confirmaron el desplome del Fianna Fáil, partido dominante en la política irlandesa desde la Independencia, que fue castigado por la profunda crisis económica y financiera que vive el país desde hace tres años. El Partido Socialista portugués no había registrado peor derrota en los últimos 20 años hasta las pasadas elecciones de junio. El primer ministro saliente José Sócrates fue el gran derrotado con el 28% de los votos, frente al casi 39% del Partido Socialdemócrata.
Este fenómeno político electoral se repitió en las elecciones de Dinamarca que acabaron con 10 años sucesivos de Gobiernos de centro-derecha, apoyados por el populista Partido Popular Danés, obteniendo el triunfo el bloque opositor de centro-izquierda, encabezado por la socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt.
Al castigo de los electores en Europa –advierte Sara España-, hay que añadir la caída del Silvio Berlusconi, el aún primer ministro de Italia, el pasado 12 de este mes, después que la Unión Europea y los mercados pidieron su cabeza al presidente Giorgio Napolitano; misma suerte que corrió Yorgos Papandreu en Grecia.
Hasta los poderosos Gobiernos de Alemania y Francia, de la canciller Angela Merkel y el presidente Nicolás Sarkozy, no han salido totalmente indemnes de la crisis, porque sus partidos han perdido elecciones locales frente a la oposición de centro-izquierda, lo que demuestra la inconformidad de los europeos ante el rigor de la crisis que golpea al Viejo Continente.
(El antropólogo Romualdo Tishudo le pregunta al español Manolo Iturbiday, originario de Galicia, acerca de las características del hombre primitivo, y el gallego responde -Se vestía de pieles y se refugiaba en las tabernas)