El ramo de la seguridad privada en México vive un momento de auge, con crecimientos anuales que van desde el 10 al 30% ante la creciente demanda de servicios como vigilancia, autos blindados, localizadores satelitales y sofisticada ropa de vestir contra balas creada por un diseñador colombiano.
«Nuestros clientes son variados, desde edificios de departamentos o casas, empresas medianas, grandes consorcios y hasta escuelas», explica Ricardo León, presidente del Consejo Nacional de Empresas de Seguridad Privada, organismo civil que agrupa a 250 firmas del ramo.
Según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, las empresas y las familias mexicanas invierten anualmente unos 18 mil millones de dólares en medidas de seguridad.
«Los empresarios contratan escoltas, compran autos blindados, utilizan hasta localizadores satelitales. Con la tecnología que existe, se pueden colocar por ejemplo en un reloj o en una prenda», lo que facilitaría la ubicación en caso de un secuestro, añadió León.
En México, precisó, existen unas 10.000 firmas de seguridad privada, pero sólo 2.000 cuentan con un registro mientras que la Policía de la Ciudad de México tiene acreditadas 466 y ninguna de las cuales tiene autorización para que sus elementos porten armas de fuego.
El negocio más glamoroso de la seguridad en México es del colombiano Miguel Caballero, un diseñador con 17 años de experiencia en la creación de prendas de moda blindadas, como un chaleco de cuero italiano o una guayabera (camisa típica) y cuyos clientes son presidentes, ministros o jueces, como el español Baltazar Garzón.
Javier Di Carlo, director de Mercadotecnia de la empresa de Caballero, reconoce que más de 97% de los clientes son personajes de la política, aunque admite que tiene unos cuantos que son personas comunes, con cierto poder adquisitivo, que buscan protegerse de la creciente delincuencia en México.
«Mi cliente VIP muy probablemente tiene uno o dos coches blindados, una patrulla con dos o cuatro escoltas», comentó Di Carlo a la AFP al explicar que la firma cuenta con unos 100 clientes en México, donde el crecimiento de su negocio alcanza cifras de entre 25% y 30% anuales.
«Mi otro (tipo de cliente) es un médico que sale tarde del trabajo que puede ser víctima de la delincuencia común. Ese médico dice «no voy a pagar al menos 25.000 dólares en blindar mi coche, entonces compro una chamarra blindada por 400 dólares», explicó Di Carlo.
La empresa tiene prendas que se cotizan hasta en 8.000 dólares.
Las blindadoras de automóviles son otro ramo de la seguridad que experimenta crecimientos en sus ventas a un ritmo superior al 10% y que ofrecen sus servicios a un costo de 25.000 a 90.000 dólares, explicó a la AFP Esteban Hernández, vicepresidente de la Asociación de Blindadores de Automotores.
Explicó que entre sus clientes distinguen varias categorías, entre ellas los empresarios medianos y grandes que buscan protegerse de la delincuencia común, por ejemplo un asalto, mientras que otros, particularmente extranjeros de firmas trasnacionales, viajan en autos blindados por recomendaciones de expertos de seguridad.
El creciente número de secuestros provocó un hartazgo social que se reflejó en una masiva marcha el sábado pasado con 200.000 personas en la capital mexicana, mientras que 84.000 más se movilizaron en la provincia.
Pero Ricardo Léon reconoce que la seguridad privada ha crecido de forma desordenada, sin cumplir ni normas legales ni estándares de calidad, mientras que la Policía capitalina ha cancelado el registro de 856, casi el doble de las que funcionan actualmente.
En medio de este desordenado auge, algunos efectivos de seguridad resultan ser cómplices de asaltos en pequeños negocios que debían vigilar, mientras que empresarios contratan guardaespaldas, les dan armas y evitan sanciones mediante sobornos a la autoridad, según denuncias públicas.