En nuestro paí­s son las municipalidades las que otorgan la licencia de construcción, ello implica que al recibir los planos de cimentación, estructuras, resistencias, tipos de materiales, etc., la municipalidad respectiva debe -previo a autorizar la licencia correspondiente- comprobar que lo que se va a edificar llena las condiciones para no ser un peligro para quienes lo habiten, trabajen o si es un centro comercial lo visiten. También implica la responsabilidad, no sólo de dar la licencia y obtener el ingreso por autorizar la misma, de confirmar, corroborar y comprobar que el inmueble, el edificio o la edificación que se construyó cumplió con las normas que indicaba su diseño, también que se utilizaron los materiales que garantizaban lo construido.

 

En nuestro paí­s el proveedor del 80% del cemento que se consume es una sola empresa; se conoce su responsabilidad y seriedad en lo que produce y vende, pero no significa que en un momento dado no pueda haber errores o que las proporciones que se mezclen para levantar una estructura, el constructor las varí­e y al empobrecer su contenido afecte su resistencia.

 

El hierro que se utiliza, tanto como varillas o como vigas estructurales, debe de llenar una calidad, debe  tener la resistencia adecuada al diseño a cargar o resistir. En este producto hay fabricación local, centroamericana e importación de terceros paí­ses. ¿Comprueban las municipalidades las normas de contenido de ese hierro?, ¿comprueban que el diámetro de varillas que se coloca en una columna, en una zapata, en una viga son efectivamente el número y la calidad que el diseño requiere? La respuesta es No.

 

Haití­ es la mayor evidencia de construir sin calidad y control, al criterio u opinión del dueño, del albañil, del arquitecto o ingeniero que realizó la obra. Seguramente, como también sucedió en el último terremoto de México, muchos de los inmuebles que se desplomaron, se comprobó que no se habí­an construido con las normas y las calidades de materiales que se requerí­an para soportar un sismo de la magnitud que podrí­a producirse.

 

Lo hecho, hecho está, es muy difí­cil saber con qué materiales, con qué calidades fue construido lo que ya existe, lo que no deberí­a continuar es la construcción sin normas y controles por parte de las municipalidades y las autoridades del Ejecutivo para garantizar que en Guatemala lo que se construye, se hace con el cemento, con la arena, piedrí­n, hierro y demás materiales que prevengan la destrucción y garanticen la salvaguarda de la vida de nuestros habitantes.

 

Las municipalidades, los ministerios y dependencias respectivas deben de normar las calidades y las normas de construcción, incluyendo sus materiales.