Segundo dí­a de paro


Alternativas. Los franceses echaron mano de las bicicletas y las motocicletas para paliar el paro del transporte, que afecta Francia desde ayer. (AFP / La Hora)

El tráfico ferroviario y el del metro en Parí­s estaba aún perturbado el viernes por la mañana pero tendí­a a mejorar, un dí­a después de una movilización masiva en Francia contra la reforma de los regí­menes especiales de jubilación que propicia el gobierno.


Dos de la lí­neas de trenes suburbanos en Parí­s estaban completamente suspendidas y hacia las 08H00 locales se registraban 188 km de atasco en las carreteras alrededor de la capital.

El tráfico de trenes de alta velocidad funcionaba parcialmente. El Eurostar entre Parí­s y Londres funcionaba normalmente y el Thalys, entre la capital francesa y Bruselas, funcionaba al 60%.

La circulación deberí­a normalizarse «progresivamente de una región a otra durante la jornada», precisó la dirección de la empresa nacional de ferrocarriles (SNCF).

Dos de los ocho sindicatos de la SNCF hicieron un llamamiento a continuar el movimiento y durante la jornada están previstas asambleas generales para decidir el curso que debe seguir el movimiento.

Las federaciones ferroviarias deben reunirse de nuevo el próximo lunes para tomar una decisión sobre eventuales nuevas acciones, incluyendo una huelga indefinida.

La movilización del jueves tuvo un éxito histórico con 73,5% de los trabajadores ferroviarios en huelga, un porcentaje más alto que el registrado durante los movimientos de 1995, que culminaron con el retiro por parte del gobierno de un proyecto de reforma de los regí­menes especiales de jubilación.

Al comentar la movilización, Bernard Thibault, lí­der de la CGT, la mayor central sindical francesa, estimó que «en el contexto actual, la reforma no pasará».

Thibault dijo desear que el gobierno haya «comprendido el mensaje» y que la próxima reunión con el ministro de Trabajo «tenga reales márgenes de negociación y no sea un encuentro para que nos explique una vez más una reforma con la que no estamos de acuerdo».

El ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, se declaró «dispuesto a recibir» a las organizaciones sindicales «a partir de la semana próxima».

El gobierno ha señalado en reiteradas ocasiones que no cederá en lo esencial de la reforma: el aumento del tiempo de cotización para la jubilación de 37,5 años a 40 para una minorí­a de trabajadores –alrededor de 1,6 millones– en los sectores de los ferrocarriles, la electricidad y los transportes públicos.

Las organizaciones sindicales consideran que este proyecto de reforma es el preludio a un cuestionamiento del régimen general de jubilaciones que culminará con una baja de todas las pensiones.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, parece estar convencido que no se repetirá la situación de 1995 cuando el gobierno debió ceder a la presión de los manifestantes. Su argumento es que esta vez una mayorí­a de franceses desea la reforma de los regí­menes especiales.

Según un sondeo publicado el viernes y realizado dos dí­as antes por cuenta del diario de derecha Le Figaro y la cadena de televisión LCI perteneciente al consorcio Bouygues, 67% de los franceses desean que el gobierno no ceda ante los sindicatos.

Un dí­a después de la masiva movilización sindical, la prensa nacional, aparte L’Humanité (comunista) dedicaba sus titulares de portada al divorcio del presidente Sarkozy de su esposa Cecilia, anunciado por etapas la ví­spera por la Presidencia.

El diario Liberation sintetizó los dos hechos con una foto de las manifestaciones del jueves y el tí­tulo «Divorcio social».