Segeplan y MAGA: ¿dos fantasmas?


Tres décadas atrás, la planificación pública tení­a una importancia de primer orden. El trabajo que realizaba el Consejo Nacional de Planificación Económica y su Secretarí­a General, Segeplan, era fundamental en la toma de decisiones sobre polí­tica pública. El Consejo fue creado en 1954, auspiciado por el Banco Mundial, el cual ejerció una marcada influencia en las decisiones gubernamentales después de la contrarrevolución orquestada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, CIA.

Pablo Siguenza Ramí­rez

A pesar de su origen, más o menos impuesto desde fuera, el Consejo de Planificación fue adquiriendo con los años, mayores capacidades técnicas y de conocimiento que consolidaron una institución competente y punto de referencia en el andamiaje gubernamental. El Plan Nacional de Desarrollo 1971-1975, se caracterizó por un minucioso trabajo de descripción y análisis de la situación económica y social del paí­s. Descripción técnica que fundamentó una decisión polí­tica trascendental: la reforma del aparato estatal para constituir al Estado como el ente promotor del desarrollo nacional. Este Plan Nacional planteó la urgente necesidad de afianzar el desarrollo del paí­s por medio del apoyo decidido a los sectores agrí­cola, industrial, turí­stico y el mejor aprovechamiento de la actividad minera y petrolera.

Fue en este momento cuando se crearon los denominados Sectores Públicos, que eran modelos de coordinación de las instituciones en algún ramo de la actividad pública. Así­ se creó el Sector Público en Salud y el Sector Público Agrí­cola, SPA. Este último fue el que tuvo mayor capacidad institucional al crearse la Dirección General de Servicios Agrí­colas, Digesa, dentro del Ministerio de Agricultura; el Banco de Desarrollo Agrí­cola, Bandesa; el Instituto Nacional de Comercialización Agrí­cola, Indeca; e integrarse el Instituto de Transformación Agraria, INTA, creado anteriormente. Dos años más tarde fue fundado el Instituto de Ciencia y Tecnologí­a Agrí­cola, ICTA. El Ministro de Agricultura era el encargado de coordinar y dirigir al SPA.

Para 1989 el SPA estaba integrado por más de una docena de entidades especializadas, ya que se fueron agregando la Dirección General de Servicios Pecuarios, Digesepe y la Dirección General de Bosques y Vida Silvestre, Digebos, ambas surgidas de desprendimientos de Digesa; la Unidad Sectorial de Planificación Agropecuaria y de Alimentación, USPADA, que coordinaba desde su creación en los años 70 con Segeplan; la Empresa de Productos Lácteos de Asunción Mita, Prolac, que existí­a previo a la creación del SPA, pero que recibe un impulso importante como empresa estatal; y la Oficina de Proyectos de Emergencia, OPE, entre otras.

El gobierno de Arzú, en los años 90, implementó las polí­ticas de ajuste estructural por mandato nuevamente, de instituciones como el Banco Mundial y destruyó toda esta plataforma que habí­a sido construida durante décadas. Usaron como justificación la existencia de prácticas corruptas y de procedimientos ineficientes dentro de las instituciones para desmantelar el SPA. Me parece que la forma lógica de proceder hubiera sido sanear las instituciones en lugar de cerrarlas, pues la consecuencia directa la sufrieron los productores agrí­colas nacionales, principalmente los medianos y pequeños. Hoy tenemos un Ministerio de Agricultura sumamente debilitado, sin capacidad real de atender las necesidades básicas de la población guatemalteca que produce y reproduce su vida en las actividades agrí­colas y pecuarias. Tenemos también una Segeplan que juega un papel marginal en las decisiones de gobierno. Ambas instituciones son menos que un fantasma de lo que fueron en algún momento.