Seduciendo a más productores


La inversión, cada vez mayor, en investigaciones para el mejoramiento de la agricultura convence a más productores para incrementar sus inversiones.

Javier Estrada Tobar
lahora@lahora.com.gt

En Guatemala la agricultura tiene una importante participación en la economí­a, genera el 55% de empleo en el paí­s y representa el 23% del Producto Interno Bruto; sin embargo, se reportan pérdidas millonarias cada año a causa de ataques de plagas, cambio climático y desgaste de suelos, que merman la producción agrí­cola.

«Factores que no podemos predecir o combatir, nos afectan y representan duros golpes para los productores y sus economí­as», apunta Bernardo López, ministro de Agricultura.

El constante ciclo de pérdidas impacta tanto a grandes productores como campesinos que practican la agricultura de subsistencia ?dependen por completo de sus cosechas para asegurar su propia alimentación y la de su familia?, colocándolos en una situación de mayor vulnerabilidad.

En consecuencia, desde 2002, el Fondo Competitivo de Desarrollo Tecnológico Agroalimentario (Agrocyt) y el Ministerio de Agricultura, Ganaderí­a y Alimentación (MAGA) implementaron 178 proyectos para contrarrestar las condiciones adversas que afectan los cultivos, aumentando el volumen de producción y por ende, las ganancias de los productores.

En acción

Los proyectos de investigación que se han puesto en marcha en diversas regiones del paí­s arrojan una nueva esperanza para los pequeños agricultores, y las grandes industrias dedicadas a la producción agrí­cola ven mayor potencial en sus inversiones que, consideran, podrí­an ser mayores.

«Se aumenta la producción y calidad de las cosechas, se modifican plantas para hacerlas inmunes a plagas y se mejora la adaptabilidad a suelos erosionados» indica Enrique Acevedo, de Agrocyt.

Acevedo indica que las investigaciones se realizan en las comunidades con pequeños productores independientes o cooperativas, y estudiantes de agronomí­a de universidades, con quienes se realizan las pruebas y se discuten los procedimientos. «Se respeta sus decisiones y su apreciación de la actividad agrí­cola», añade.

«Al finalizar cada proceso, nos encargamos de recopilar toda la información y continuar trabajando con las comunidades para aplicar masivamente los proyectos aprobados por los investigadores», explica Claudio Cabrera, viceministro de Agricultura.

La información es publicada, de tal forma que las personas particulares interesadas en conocer más sobre los nuevos procedimientos agrí­colas pueden aplicar las nuevas técnicas y utilizarlas en nuevos ambientes.

Resultados

Según el Banco Mundial (BM), los retornos a la inversión en investigación agrí­cola pueden ser muy buenos, con un rango entre 175% hasta casi 900%; en algunos paí­ses las investigaciones han contribuido a satisfacer las necesidades alimentarias, beneficiando a grandes y pequeños empresarios.

América Latina es la región del mundo con menor inversión en ese tipo de proyectos, en tanto, Guatemala invierte una mí­nima cantidad, menos del 0.3% del producto interno bruto, cantidad que contrasta con la asignación de paí­ses como Canadá, Japón y Australia, que financian proyectos de investigación hasta con el 4% de su producción interna total.

POR UN NUEVO AJO

La producción del ajo nacional se ha relegado a un segundo plano, ya que no cuenta con los estándares fitosanitarios y de calidad que se exigen internacionalmente. Esto requiere de modificaciones genéticas de las semillas, para lo cual los investigadores realizaron estudios donde se determinó que siete distintos componentes representaban las principales causas de las deficiencias en el producto que debí­an ser eliminadas para aumentar el volumen y retomar nuevos mercados como Panamá y Costa Rica que solicitaban los cambios.

SIN Pí‰RDIDAS

En el valle de Quetzaltenango las investigaciones dedicadas a analizar la capacidad del maí­z dulce para adaptarse a los suelos de la región no dieron buenos resultados, ya que las pruebas con hí­bridos en tres distintas localidades del valle no consiguieron prosperar; sin embargo, esto propició que los pobladores no incurrieran en gastos innecesarios al adoptar este nuevo cultivo.