Según la crónica periodística, cuando el Comité Olímpico Internacional decidió aprobar la creación de los Juegos Olímpicos Juveniles a partir del año 2010, el comisionado guatemalteco para turismo aventuró a postular a Guatemala para que le otorguen la organización de esos juegos, afirmando que nuestra capacidad para albergar a la Asamblea del COI estos días es una muestra de que Guatemala está lista para cosas mayores. Como broma, la idea es tan buena como la respuesta que recibió del Presidente del COI, quien dijo que nuestro país no podría postularse para juegos de invierno.
No es necesario decir que carecemos de infraestructura adecuada y que aun para los modestos Juegos Centroamericanos tenemos dificultades y los podemos hacer con mentalidad tercermundista pero no como requiere un evento de dimensión mundial. Ignoramos por qué en este gobierno hay tanta tendencia a la falta de seriedad, a declaraciones absurdas que a lo mejor son dichas en broma, o así lo parecen, pero que en el fondo al ser pronunciadas por funcionarios públicos tienen que tomarse como expresiones serias porque puede ser que el señor Kaltschmitt se permita bromear con los delegados del COI, pero recordando que ostenta el cargo de comisionado del Presidente, por muy indefinida que sea esa comisión, tiene que ser cuidadoso al exponer el nombre de nuestro país al ridículo.
Este caso nos da para insistir en que los funcionarios públicos tienen que entender que cuando hablan lo hacen en su dimensión y responsabilidad por la investidura que tienen y por lo tanto no pueden ni deben hablar babosadas como tan corrientemente hacen ahora. Parece que vivimos tiempos en los que se vale soltar la lengua con cualquier tontería o irresponsabilidad esperando que a lo mejor los medios hasta celebren las barrabasadas que se dicen.
El resultado de todo ello es que se demerita más, si eso fuera posible, la función pública que anda ya de capa muy caída pero que termina siendo equiparada a la función de los payasos cuando se aborda con tan poca seriedad. Imaginemos que un país como el nuestro, donde no tenemos ni siquiera para atender los hospitales en forma medianamente decorosa, se va a meter a la aventura de organizar unos juegos deportivos que requerirían sólo en infraestructura millonarias inversiones que luego no nos servirían para nada.
Cierto es que la gente que vive del deporte anda viendo cómo le saca más jugo a ese oficio dizque ad honórem del que realmente viven, pero que no nos expongan al ridículo con tonterías que por evidentes y burdas no pueden siquiera considerarse como una buena broma. Imagine alguien que Guatemala pudiera en dos años y medio organizar algún evento como unas Olimpiadas Mundiales de atletas juveniles. Si pudiéramos hacer eso, antes debiéramos garantizar la salud pública para los habitantes del país.