Ayer, la vicepresidenta Roxana Baldetti dijo que era imposible terminar con los temas de corrupción que tanto afectan a Guatemala y que por más esfuerzo que se ponga, siempre habrá una forma que encuentra la gente sinvergüenza para seguir amasando riqueza con dinero del erario.
Sin embargo, tenemos que decir que la batalla se está perdiendo antes de siquiera empezarla.
Guatemala no se ha caracterizado por hacer un esfuerzo real de combate a la corrupción y a las prácticas que tienen al Estado desfinanciado y en una severa crisis para darle cumplimiento a la función pública.
Sería sano, además, que la Vicepresidenta nos dijera cómo hacen esos largos y sinvergüenzas para lograrse colar y ser parte de la fiesta. Sería sano que ella abordara el tema del financiamiento de los partidos políticos, la forma en que se mueve el Congreso y el costo que tienen los votos, para luego emprender una reforma para que funcionarios y contratistas deban revelar, cada cuatro años, sus declaraciones patrimoniales.
A nuestro juicio, la única forma en que se le podrá entrar al tema de la corrupción es si desenmascaramos sus raíces y formas de operar. Además, si se le diera un valor real a la plata y lo que se pueda hacer con ella en beneficio de la gente y el país, se buscaría y pelearía con dientes por la transparencia en el gasto y para que aquel que se lleve un centavo no solo lo devuelva, sino que pague un castigo severo para enviar el mensaje claro de que la plata del Estado se cuida y no se roba.
Pero no se ha hecho. Entendemos la cólera del Presidente que hace ordenar que se revisen los carros en la salida de los hospitales, pero no entendemos que no haga un esfuerzo un poco más fuerte y revise las gavetas, las cuentas y los bienes de quienes están ejerciendo la administración pública con él. Porque se ha dicho más de los contratos que ha hecho el Ministro de Salud y la multimillonaria sobrevaloración, que lo que se ha hablado del “robo al menudeo”; o de los contratos de infraestructura y las concesiones en puertos, las licencias estatales, etc.
Se tiene que poder hacer la lucha contra la corrupción y debería empezar con una sociedad que en lugar de ambicionar ser el “nuevo millonario” a base de robar, se sienta ofendida y manifieste su total rechazo a esos nuevos o tradicionales millonarios que tienen una vocación política basada en el amor al dinero. En Guatemala, lastimosamente, la mayoría de servidores públicos se ganan una lotería sin comprar número y que condena a todo el resto de ciudadanos. Claro que se puede, siempre y cuando haya solvencia para hacerlo. Ahí está el detalle, como diría Mario Moreno.
Minutero
En este país de optimistas
la vida es color de rosa;
al diablo los pocos realistas
que ven distinta la cosa