Se terminó el Mundial, con ello volvemos a la rutina, a la realidad y por tanto a los problemas del diario vivir. Ya no tenemos el estímulo de prender la televisión tempranamente para ver el partido correspondiente, ya no tenemos la duda de quién se coronó campeón mundial. Lo que pasó, pasó, merecidamente cada uno de los equipos participantes obtuvo el resultado del esfuerzo y también un poquito de la suerte de qué grupo le correspondió ser parte de lo que sus integrantes de equipo dieran y lograran lo mejor de sí mismos.
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Ya no llegaremos a la oficina a conversar de qué bien o mal jugó cada uno de los destacados futbolistas y por supuesto, se terminó la gran inversión publicitaria de las empresas que sabiendo de la enorme audiencia pautaron millones de millones para que a nivel nacional o mundial se viera su producto, se presentara su marca. No será sino dentro de cuatro años que nuevamente la fiebre del Mundial de Fútbol embargará de nuevo a millones de millones de seres humanos.
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Los que tuvieron la oportunidad y recursos para estar presentes en Sudáfrica vuelven con la experiencia, las tristezas y alegrías, con las emociones de las que se llenaron al poder haber estado físicamente presente en alguno de los juegos. Los que compraron una nueva televisión la disfrutarán con sus familias los próximos cuatro años e igual que en la ruleta, la bolita empieza a moverse en la rueda de la fortuna y caerá el número de quienes lograrán ser parte del próximo Mundial que se realizará en Brasil, especialmente en el bello Río de Janeiro.
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Cuántos empezarán a soñar, también a prever tener la posibilidad de ir y estar físicamente presentes en Brasil, cuántos lo miraremos desde el cielo, todo ello es solo parte del futuro. Qué importante sería que esa multimillonaria inversión que se hace de nuestros impuestos dentro de cuatro años nos diera la satisfacción de decir que Guatemala por fin está presente en un Mundial, si ese fuera el caso quiénes serían los brillantes muchachos que integrarían la Selección Nacional.
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Soñar es un derecho, es parte del estímulo que nos impulsa y motiva, que nos mantiene vivos y activos. Por qué no podemos soñar que Guatemala pueda estar presente. La responsabilidad, sin duda alguna, vuelve a ser de quienes administran ese enorme recurso económico que constitucionalmente se destina al deporte, aspecto que indudablemente tendría que ser evaluado y revisado para que legalmente existiera una mejor fiscalización, un mejor resultado para que no solo habláramos de mentes sanas, de cuerpos sanos, sino también pudiéramos decir que Guatemala ha obtenido la capacidad y la experiencia para que brillemos en un campeonato Mundial, para que nuestros atletas participen en las Olimpiadas y de nuevo brillen como lo hiciera Doroteo Flores Guamuch (Mateo Flores), Teodoro Palacios Flores, Carlos Cuque López, Jorge Surqué y Heidi Juárez.
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Por supuesto, además de los deseos y sueños, las autoridades competentes, los diputados, la Contraloría, los medios de comunicación deben cumplir y desarrollar su papel de estimular, fiscalizar y así lograr que la enorme inversión que se hace en el deporte produzca que muchos guatemaltecos y guatemaltecas se desarrollen, participen, le den gloria y reconocimiento a su patria, a su nombre en lo personal.