El director de cine Mario Monicelli, maestro de la comedia italiana, de 95 años, se suicidó lanzándose por una ventana del hospital San Giovanni de Roma, donde estaba ingresado, indicó anoche la prensa local, citando fuentes médicas.
Mario Monicelli había nacido el 15 de mayo de 1915 en Viareggio, en Toscana, donde pasó toda su infancia.
Entre sus películas, «Mis queridos amigos» (Amici miei), en la que actúan el italiano Ugo Tognazzi y el francés Philippe Noiret, figura como una de las cumbres de la comedia italiana.
Monicelli dirigió otras grandes películas. En 1958 reunió a Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale en «Los desconocidos de siempre» (I soli ignoti). Con «La Gran Guerra» (1959), de nuevo con Gassman, su reputación superó las fronteras. El filme le valió el León de Oro del Festival de Venecia y una nominación a los Oscars.
Monicelli, que también trabajó para el teatro y la televisión, dirigió 65 películas.
SEMBLANZA
Mario Monicelli, cineasta, director de 65 películas, fallecido el lunes a los 95 años, era uno de los maestros de la comedia italiana a la que hizo popular junto a directores como Dino Risi y Luigi Comencini.
Entre sus películas figura «Mis queridos amigos» (Amici miei), una de las cumbres de la comedia italiana y uno de sus mejores filmes en el que actúan el italiano Ugo Tognazzi y el francés Philippe Noiret.
«»Mis queridos amigos» salió en 1975, año en que la película «Tiburón» era un éxito de taquilla en el mundo entero, con la excepción de Italia en donde nosotros estábamos primeros», recordó Monicelli a la edición italiana de la revista Vanity Fair del mes de junio de 2007.
Mario Monicelli había nacido el 15 de mayo de 1915 en Viareggio, en Toscana, donde pasó toda su infancia. En un primer momento, este hijo de un crítico de teatro se orientó hacia los estudios de historia y filosofía.
En 1934 -sin siquiera 20 años- dirigió dos cortometrajes con su amigo Alberto Mondadori: «Cuore rivelatore» y «I ragazzi della via Paal». Con este último se destacó en el Festival de Cine de Venecia, creado dos años antes.
Con varios compañeros rodó su primer largometraje, «Pioggia d»estate» (Lluvia de verano), en su casa de Viareggio en 1937.
Hasta el final de los años 1940 colaboró en unas cuarenta películas, a veces como guionista o como asistente de director.
Pero su encuentro con el actor Totó, ícono de la comedia, fue determinante para su carrera. Junto a Stefano Vanzina, «Steno», dirigió varias películas de la muy popular serie de Totó, entre ellas «Totó busca piso» (1949).
A partir de 1953 Monicelli se lanzó sólo en la dirección. Se convirtió en uno de los maestros de la «comedia italiana».
Monicelli manejó con un estilo inimitable la ironía y el humor, clave para el éxito de sus filmes hasta fines de los años 1970.
Rodó con los mayores íconos del cine italiano: en 1958 juntó a Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale en «Rufufú», también titulada «Los desconocidos de siempre». Con «La gran guerra» (1959), también con Gassman, su reputación trascendió las fronteras. El filme le valió un León de Oro del Festival de Venecia y una nominación a los Oscar.
Monicelli, que también trabajó para el teatro y la televisión, dirigió 65 películas.
Cercano a las ideas de la izquierda política, Monicelli colaboró en un documental sobre la cumbre del G8 de Génova de 2001, en la que centenares de militantes altermundialistas resultaron heridos en enfrentamientos con la policía.
En junio pasado el director provocó el enojo del ministerio de Cultura al llamar a los estudiantes a «rebelarse» contra los recortes presupuestarios. «Deben utilizar la fuerza para subvertir, para protestar, háganlo ustedes que son jóvenes, yo no tengo más fuerza», había lanzado antes los estudiantes del Instituto de Estado para la cinematografía y la televisión.
«La generación nacida a fines del fascismo reconstruyó el país, se arremangó, era solidaria. Las generaciones siguientes transformaron Italia en un montón de ruinas, todo está destruido y corrompido. Es justamente lo que relata «Gomorra» (película sobre la mafia napolitana, NDLR): un país cínico y corrupto», declaró al periódico La Stampa en junio de 2008.
«La muerte no me da miedo, me perturba. Me perturba por ejemplo que alguien pueda estar aquí mañana y que yo no esté más. Lo que me molesta es no esta más vivo, estar muerto», había dicho a Vanity Fair en 2007.