Se preparan para celebrar repliegue de tropas en Irak


FOTO LA HORA: AFP ALI AL-SAADI

La tropa iraquí­ durante un desfile celebrado como preparativo por la retirada de las fuerzas estadounidenses en Bagdad.» title=»FOTO LA HORA: AFP ALI AL-SAADI

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<p>Los iraquí­es se preparaban hoy para una gran fiesta en Bagdad con la que celebrar el inminente repliegue de las tropas estadounidenses de sus ciudades y pueblos, cuya seguridad pasará el martes a manos de las fuerzas de este paí­s devastado por la guerra.</p>
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Los festejos para celebrar «un dí­a de soberaní­a nacional» comenzarán a las 18:00 horas locales en Zawra Park, el mayor parque de la capital iraquí­, con actuaciones de cantantes y poetas que después darán paso a los grandes grupos musicales.

El repliegue de las fuerzas norteamericanas, que según un acuerdo de seguridad bilateral firmado el año pasado saldrán de las zonas urbanas para acontonarse en sus bases en Irak, se completará el martes, fecha que el gobierno iraquí­ declaró fiesta nacional.

Sin embargo, a raí­z de una ola de sangrientos atentados que este mes han matado a más de 200 personas, las fuerzas de seguridad iraquí­es se desplegaron en gran número en Bagadad, donde se prohibió la presencia en las calles de motocicletas, el medio preferido para los ataques con explosivos.

«Prevemos que tal vez algunos criminales intenten continuar con los atentados», afirmó el mayor general Abdul Karim Jalaf, director de operaciones y portavoz del ministro iraquí­ de Interior.

«Por este motivo, recibimos órdenes del más alto nivel procedentes del primer ministro de que nuestras fuerzas debí­an permanecer al 100% en el terreno hasta nueva orden», agregó.

El presidente iraquí­ Nuri al Maliki ya habí­a advertido a principios de este mes de que los grupos insurgentes y las milicias lanzarí­an probablemente ataques a medida que se acercase el 30 de junio, en un intento por deteriorar la confianza en las fuerzas de seguridad iraquí­es y reavivar la divisiones entre los grupos religiosos.

Desde entonces, hubo varios atentados de gran potencia, el mayor de los cuales, perpetrado el 20 de junio en la ciudad petrolera de Kirkuk (norte) con un camión cargado de explosivos, dejó 72 muertos y más de 200 heridos.

Y la semana pasada, una bomba en un mercado en el barrio chiita de Ciudad Sadr, en Bagdad, mató a 62 personas e hirió a 150.

Pero Maliki y altos responsable gubernamentales iraquí­es han insistido en que los 750.000 soldados y policí­as de Irak pueden defender al paí­s de estos atentados, atribuidos a insurgentes vinculados a Al Qaida y a las fuerzas leales al derrocado y difunto dictador Sadan Husein.

«Les aseguramos que las fuerzas iraquí­es están listas para la misión, a pesar de algunas violaciones a las medidas de seguridad establecidas, y les aseguramos que el paí­s es más estable y seguro», dijo Maliki tras el atentado en Ciudad Sadr.

A partir del martes, sólo un pequeño número de fuerzas de entrenamiento y asesoramiento estadounidenses permanecerán en las zonas urbanas.

La gran mayorí­a de las tropas norteamericanas en Irak -unos 131 mil efectivos actualmente- quedarán acantonadas en sus bases fuera de las ciudades y sólo volverán a entrar en las zonas urbanas si las fuerzas de seguridad iraquí­es les piden ayuda.

El repliegue de ciudades y pueblos es un preludio de la retirada total de las tropas norteamericanas de que Irak, que el pasado noviembre firmó un acuerdo con Estados Unidos que fija finales de 2011 como fecha lí­mite para su completa partida de este paí­s.

MILICIAS Anti Al Qaedas temen repliegue


Los «sahwa», ex insurgentes sunitas que cambiaron de bando y combaten ahora contra las milicias de Al Qaeda, temen pagar caro el repliegue del ejército estadounidense de las ciudades iraquí­es, pues están en la mira de sus ex camaradas integristas y las autoridades no les tienen confianza.

«Con los soldados estadounidenses presentes, tenemos confianza. Sabemos que los terroristas no vendrán a atacarnos. Saben quién es el más fuerte. Pero tras su partida…», afirma con un suspiro Abu Alí­, un joven de 25 años, que prefiere no revelar su verdadera identidad.

Junto a un compañero, Abu monta guardia en una carretera desértica cerca de Jan Bani Sadr, una localidad del sur de la provincia de Diyala, que fue una de las más violentas de Irak y estuvo controlada por Al Qaeda.

Abalá, de unos 19 años, asiente mientras apreta la correa de su vieja kalashnikov.

«Cuando se vayan los estadounidenses, llegarán las milicias iraní­es», sostiene, en referencia al Ejército del Mahdi, milicia del jefe radical chií­ta Moqtada Sadr y las Brigadas Badr que fueron el brazo armado del Consejo Superior Islámico de Irak (CSII), considerado cercano a Teherán.

En esta provincia agrí­cola de 1,5 millones de habitantes en mayorí­a sunitas pero con fuerte presencia chií­ta y kurda, los sahwa son unos 10.000, pese a que haya 15.000 registrados, según una fuente de seguridad iraquí­.

A varios kilómetros, en un camino de tierra, otros tres sahwa hacen guardia. Son campesinos del pueblo vecino de Abu Basal.

«Claro que tenemos miedo», responde Alaa Taleb, de 19 años, cuando se le pregunta si teme la partida de las fuerzas estadounidenses que, sin embargo mantendrán hasta fines de 2011 cinco bases fuera de las ciudades (una de las cuales estará cerca de Jan Bani Sadr) y que podrán ser llamadas en refuerzo.

En la noche cerrada, algunos ladridos los ponen en estado de alerta.

«Si los terroristas vuelven, nos matarán ¿Cómo quiere usted que nos defendamos con esto?, se queja Qasem Ali, de 25 años, enseñando su viejo fusil.

La paga es otro tema que podrí­a poner a prueba la lealtad de los sahwa. Muchos de los que combatí­an en las filas insurgentes antes de cambiar de bando en 2007 recibí­an 300 dólares por mes, pero el gobierno redujo en enero pasado ese sueldo a 100 dólares, enviados a menudo con retraso.

«Esperamos nuestros salarios desde enero», reclamó Abdalá Al Obeidi, jefe local de los Sahwa, que vino a visitar la base estadounidense de Key West.

«Usted no puede irse. Sólo ha hecho la mitad del trabajo», le dice a un oficial norteamericano.

Si voz denota amargura.

«Sin nosotros, no podrí­an haber derrotado a Al Qaeda. Hemos hecho un servicio inestimable y si mañana dejáramos de hacerlo, la seguridad se deteriorarí­a rápidamente», considera Abdalá, antes de confesar que varias veces fue detenido sin motivos por el ejército iraquí­.

En su opinión, «después de la retirada de los estadounidenses de las ciudades, vamos a ser blanco del gobierno y de Al Qaeda».

«Están nerviosos porque son sunitas y durante mucho tiempo sus enemigos eran los chií­tas», que llegaron al poder en Bagdad tras la invasión estadounidense de 2003, agrega el capitán Jeffrey Harmon.

«Los sahwa deben ser una fuerza de transición. Han pasado bajo la autoridad del gobierno y luego serán integrados en las fuerzas de seguridad o empleados para trabajos locales», explicó el oficial estadounidense.