Muchos, pero realmente muchos guatemaltecos vienen transitando en caminos tortuosos, y eso tenemos que lamentarlo todos y encauzarnos por buen sendero.
Los políticos, en especial, metidos en el partidismo inedificante y también disfrutando el poder a más no poder, deben rectificar conductas.
Es necesario que se produzca un positivo y efectivo cambio de actitudes con urgencia en obsequio de la sociedad honrada inmersa en el trabajo constructivo y en aras de esta pobre patria nuestra que va como a la deriva, sin mayores esperanzas de salir de los atolladeros a los que la han lanzado sus malos hijos.
Todos los mortales de este pedazo de suelo centroamericano debemos cambiar de pensar para actuar en forma edificante en las áreas muy de humanos de cada cual. Los mayores debemos dar los mejores ejemplos a lo niños, a los adolescentes y aun a los adultos en general que son susceptibles o no de mal comportamiento.
Ya no más actos de corrupción de los señores que juegan a la política o a la politiquería partidista que anda virtualmente a la altura del trapeador, en razón de suciedad y, en consecuencia, por añadidura, de desprestigio. Ya no más abusos y deshonestidades de quienes ocupan las diferentes posiciones en los engranajes del aparato burocrático.
Todos, todititos debemos rectificar conductas. El cambio de lo negativo a lo que es realmente positivo debe ser radical. Ese será un preciado legado para las presentes y para las nuevas generaciones.
Son grandes los problemas que provocan los burocratizados políticos (o politiqueros). La corruptela se generaliza progresivamente, inconteniblemente, a todo nivel: A lo alto, en lo intermedio y a lo bajo de la administración pública y en la llanura. El «pisto», dios chiquito de los avorazados corruptos, es el causante de tantos males que están afectando seriamente al pueblo de Guatemala. Muchos-muchos pretenden engrosar las filas de los ricos, como quien dice de la noche a la mañana y, es así como se entregan a la apropiación del dinero y demás pertenencias ajenas, sobre todo del metálico que abunda en las arcas nacionales.
Insistimos: Cambiemos todos -tirios y troyanos- de actitudes o conducta. Demos muestras de honradez, de ser guatemaltecos dignos, no corruptos, no trajinantes en los lodos de la criminalidad; de la delincuencia en sus diversas como nefastas manifestaciones. ¡Que todo sea en homenaje a nuestra patria, Guatemala!