John Demjanjuk será juzgado a partir del lunes en Munich (sur) por haber participado en el asesinato de 27.900 judíos, en uno de los últimos grandes procesos del nazismo.
Este apátrida de origen ucraniano, de 89 años, que figura en primer lugar en la lista de criminales nazis establecida por el Centro Wiesenthal, es acusado de haber sido guardia en el campo de exterminio de Sobibor, actualmente en Polonia.
Demjanjuk escapó a la pena capital hace cerca de 20 años en Israel, tras un proceso por hechos similares. El niega totalmente los hechos y puede ser condenado a la prisión perpetua.
Expulsado en mayo de Estados Unidos, donde vivía desde 1952, tras una batalla judicial en torno a su mala salud, el nazi fue considerado finalmente apto para ser juzgado por las justicias americana y alemana.
Este proceso que provoca una efervescencia mediática internacional en el pequeño tribunal de Munich se desarrolla en la capital regional de Baviera, pues el acusado vivió allí después de la guerra.
Como guardia en el campo de exterminio de Sobibor de marzo a septiembre de 1943, habría ayudado a gasear a deportados, especialmente de origen holandés.
Sin embargo, ninguno de los muy escasos sobrevivientes del campo presentes en el proceso dice haber visto personalmente a Demjanjuk, y los testimonios directos de que dispone la acusación son de sobrevivientes ya fallecidos.
Los acusadores, unos treinta, son, en su mayoría, hijos de deportados que fueron gaseados en Sobibor.
En Israel fue condenado a muerte en 1988 por haber sido guardia en el campo de Treblinka con el apodo de Ivan el Terrible. Pero luego fue absuelto por dudas sobre su identidad.
La acusación afirma ahora estar segura, pues posee una carta de identidad establecida por los SS a nombre de Demjanjuk, donde está registrado su traslado a Sobibor desde Trawniki, donde eran formados los guardias de campos de concentración.
Además, el tribunal israelí y luego la justicia estadounidense, cuando lo privó de su nacionalidad por haber mentido sobre su pasado, consideraron que fue guardia de campo de concentración, en especial en Sobibor.
John Demjanjuk afirma, por su parte, que fue capturado en 1942 cuando trabajaba en el Ejército Rojo y que pasó el resto de la guerra en campos de prisioneros, antes de emigrar a Estados Unidos donde trabajó en talleres de montaje automotor en Cleveland (Ohio, norte).
Uno de sus tres hijos, John Jr, afirmó que no hay «la más mínima prueba de que (su) padre haya hecho el más mínimo mal, o que haya asesinado a nadie».
Su abogado de Munich, Ulrich Busch, hizo, sin embargo, una rara declaración, al explicar que si el acusado estuvo en Sobibor fue contra su voluntad, y que no podía ser considerado responsable de los crímenes que fueron cometidos allí.
La defensa pidió en vano que el proceso se llevara a cabo a puerta cerrada para evitar que el acusado, que sufriría de varias enfermedades, entre ellas una de la médula ósea, sea contaminado por virus.
«Desgraciadamente (…) por su estado, mi padre no sobrevivirá probablemente físicamente al proceso», dijo John Jr.
Teniendo en cuenta su estado de salud, las audiencias fueron limitadas a dos sesiones de 90 minutos cada una, tres días por semana a lo máximo.
Para Efraim Zuroff, director del Centro Simon Wiesenthal en Jerusalén, el proceso es un momento clave de la historia.
«El inicio del proceso de Demjanuk es capital por varias razones, ante todo porque es el criminal nazi más buscado y primero de la lista que publicamos, y además porque es juzgado por su responsabilidad en la muerte de 27.900 judíos y se sabrá por fin cual fue su papel exacto en la máquina de exterminio», dijo Zuroff.
John Demjanjuk comparece a partir del lunes ante un tribunal de Munich (sur de Alemania), que deberá dilucidar si es el respetable abuelo que parece o el sádico guardián de un campo de exterminación nazi donde murieron miles de judíos.
Demjanjuk, de 89 años, está acusado de haber participado en la muerte de 27.900 judíos en el campo de Sobibor (actualmente en Polonia), del que fue uno de los guardianes en 1943 y donde fallecieron un total de 250.000 personas, entre mujeres, niños y hombres, durante la Segunda Guerra Mundial.
Dieciséis años después de haberse librado de la pena capital en Israel, este apátrida de origen ucraniano encabeza la lista de criminales de guerra nazis redactada por el Centro Simon Wiesenthal.
El juicio del lunes no será el primero en su contra. En 1986 fue juzgado en Jerusalén, acusado de haber sido «Iván el terrible», un guardia ucraniano del campo de Treblinka bien conocido por su crueldad.
Condenado a muerte en 1988, fue puesto en libertad cinco años más tarde cuando se probó que él no era «Iván el terrible».
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Demjanjuk se estableció en una periferia de Cleveland (norte de Estados Unidos), donde vivió desde 1952 junto con sus tres hijos.
A raíz de unas informaciones que probaban que fue uno de los guardianes de otro campo de concentración nazi, fue desposeído de su nacionalidad estadounidense en 2002 por haber mentido sobre su pasado cuando hizo su petición de inmigración.
Estados Unidos quería haberlo expulsado pero ningún país accedió a acogerlo. Sólo Alemania, al final, decidió juzgarlo. Tras una batalla judicial, fue deportado en mayo a Munich, la capital del estado de Baviera donde había vivido tras la guerra.
Demjanjuk ha negado insistentemente haber estado en cualquier campo de exterminación nazi. Sostiene que fue capturado en 1942 cuando estaba en el Ejército Rojo y trasladado de un campo de prisioneros a otro hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Durante su juicio en Israel se le preguntó si había matado a alguien en su vida. «Jamás. No puedo ni matar a un pollo. Es mi mujer quién lo hace», respondió entre sollozos.
En Estados Unidos vivió discreta y tranquilamente, trabajando como obrero en una fábrica del constructor automovilístico Ford, criando a sus tres hijos junto a su esposa Vera y yendo a la iglesia regularmente los domingos.
Uno de sus vecinos ha contado al semanario Der Spiegel que su única pasión era cuidar de su jardín.
A sus 89 años sufre una serie de problemas de salud pero la justicia ha establecido que no le impedirán comparecer ante el tribunal.
Las cadenas televisivas estadounidenses lo filmaron en el pasado en una silla de ruedas, lamentándose de fuertes dolores. Sin embargo, en otras imágenes obtenidas posteriormente aparecía caminando por su propio pie, mucho más en forma.
A Munich fue trasladado en un avión sanitario especial y entró en la prisión de la ciudad en camilla, entubado. Las audiencias del juicio se han limitado a dos sesiones diarias de 90 minutos cada una debido a su estado de salud.
En su proceso en Jerusalén, Demjanjuk provocó duras reacciones de hostilidad al lanzar besos al público que asistía a las audiencias, estirarse delante del mismo e insultar a un testigo.
Esta vez, sus abogados ya han afirmado que puede ser que el acusado no hable.
Su esposa Vera ha asegurado al diario sensacionalista alemán Bild que están agotados por años de batallas judiciales y que sólo quieren «morir en paz».