Se debe empezar por poner orden


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Antes de llegar a dirigir o coordinar cualquier actividad se debe tener pleno conocimiento de que el orden no es otra cosa que poner las cosas en el justo lugar que les corresponde, principio que olvidó por completo el actual gobernante cuando por sinnúmero de circunstancias que no viene al caso citar, dispuso llevarse del consejo de polí­ticos que habí­an visto o logrado buenos resultados en otros paí­ses con algunos programas de corte populista, los que en Guatemala bien podrí­an implementarse, mejor todaví­a, si eran utilizables para mantenerse aferrados al poder a través de la estrategia por todos conocida, la que finalmente se vino al suelo por inconstitucional.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


Los programas llamados “sociales” que doña Sandra Torres y su entonces esposo llevaron a cabo, aunque hayan llovido sinnúmero de protestas e inconformidades fueron implementados, entre otros: Mi Familia Progresa, Escuelas Abiertas, Comedores y Bolsas Solidarias, los que desde su nacimiento estuvieron alejados por completo de la forma correcta y atinada para realizar una polí­tica pública de desarrollo, para la cual es forzosamente necesario tener en cuenta no solo la opinión, sino el consenso de los actores que deben estar involucrados, tales como los grupos interesados, el sistema judicial, el gobierno en pleno, el Congreso de la República, los partidos polí­ticos y claro está, hasta la misma ciudadaní­a. Pero tal cosa no le convení­a a doña Sandra, por lo que bajo sus lineamientos Colom agitó la bandera de salida, olvidándose por completo que si de programas sociales exitosos se trata, deben estar alejados de la polí­tica partidista, no digamos de la politiquerí­a ruin y manipuladora.

Sin lugar a dudas, si se quiere lograr el éxito completo cuando se trata de polí­ticas públicas, es indispensable la existencia de algunos factores que en Guatemala, desde el nacimiento de las mismas, se mandaron al cesto de la basura, tales como la definición de metas formalmente establecidas, coherencia y eficiencia programática y sobre todo un sistema eficaz de evaluación. Claro, esto tampoco fue del interés de doña Sandra, ni lo sigue siendo y por ello, ahora está clamando porque sus programas, como ella así­ los califica, no vayan a desaparecer o dejen de  continuar siendo manejados a su sabor y antojo, dirigidos siempre para lograr sus particulares fines.

Después de haber seguido con detenimiento los análisis que se han intentado hacer para establecer cuánto de eficaces, productivos, reales como equitativos han sido los programas a que me vengo refiriendo, ni la diputada Nineth Montenegro, quien ha sido una acuciosa investigadora del asunto, puede asegurar con  certeza el estado y resultados de los mismos, por lo que al presidente entrante, general Otto Pérez Molina, no le va a quedar otra opción para beneficio del paí­s, que la de empezar por el principio, poniendo orden, término que él de sobra conoce dada su formación académica de carácter militar.