Se complican las negociaciones sobre endeudamiento


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Las negociaciones presupuestarias entre el presidente Barack Obama y los legisladores republicanos permanecí­an atascadas el miércoles, por lo que el jefe de la minorí­a en el Senado ofreció al mandatario poderes extraordinarios a fin de aumentar el tope de la deuda soberana sin necesidad de contar con la aprobación del Congreso.

Por ANDREW TAYLOR
WASHINGTON / Agencia AP

Los legisladores debí­an volver a la Casa Blanca el miércoles por la tarde para una tercera ronda de negociaciones con el presidente en otros tantos dí­as. Obama advirtió que los encuentros diarios continuarán hasta que sea logrado un acuerdo.

Una sesión de dos horas el martes no produjo avance alguno, al dí­a siguiente de un acrimonioso debate entre demócratas y republicanos.

El lí­der de la minorí­a republicana en el Senado, Mitch McConnell, ofreció un plan alterno que, de hecho, garantizarí­a el pedido de Obama de ampliar la deuda soberana a no ser que el Congreso logre una mayorí­a de dos tercios y lo rechace.

McConnell dijo que se vio obligado a presentar el plan porque no veí­a posible un acuerdo mientras los demócratas insistan en elevar los impuestos.

La propuesta de McConnell fue criticada de inmediato por el ala más conservadora de su partido, el movimiento Tea Party, y seguramente no prosperará en la Cámara de Representantes. Empero, ni la Casa Blanca ni el presidente de la Cámara John Boehner, la rechazaron de plano.

«Creo que todo el mundo concuerda que debemos contar con un plan alterno si no nos ponemos de acuerdo», dijo Boehner en martes por la tarde a la cadena de televisión Fox. «Y francamente, creo que Mitch ha hecho un buen trabajo», agregó.

Conforme a la propuesta de McConnell, Obama podrí­a solicitar —y seguramente obtener— aumentos de hasta 2,5 billones de dólares en la capacidad de endeudamiento del gobierno en tres partidas diferentes durante el próximo año, siempre y cuando proponga al mismo tiempo reducir el gasto en una cuantí­a mayor.

El aumento de la deuda entrarí­a en vigencia a no ser que fuera impugnado por el Congreso bajo normas especiales que requerirí­an celeridad de acción, e incluso en ese caso Obama podrí­a vetar la medida.