Se cierran los cí­rculos


Muchos nos preguntamos: qué vino a hacer mister George W. Bush en su periplo por varios paí­ses de Latinoamérica y hasta el momento no se encuentra una respuesta satisfactoria o razonable.

Héctor Luna Troccoli

El problema de los indocumentados y las medidas represivas que la actual administración ha tomado en contra de ellos, eran, para nuestros paí­ses centroamericanos y México particularmente, una cuestión de primer orden; sin embargo, nada de ello se trató con seriedad. La ayuda norteamericana en áreas de salud o educación tampoco fue analizada a excepción del asunto del narcotráfico que viene desde hace ya más de 10 años y que, cada dí­a crece más y se enquista más. Ya no solo en esferas de «alta sociedad», sino en todos los estamentos sociales al extremo, que según lo que percibo, es otro estado dentro del Estado.

La rapidez en las visitas de mister Bush y lo inocuo de las mismas, más para turistear que para otra cosa, desplegándose una logí­stica realmente fuera totalmente de lo común y que dejó con la boca abierta a más de uno, no ameritaba una agenda, si así­ puede llamársele, que se diera a conocer públicamente.

Pero… y aquí­ está el pero, para quienes no somos analistas, sino simples mortales con dos ojos y dos dedos de frente, hay mucha tela que cortar que ha pasado inadvertida para una gran mayorí­a.

En efecto, el propio presidente Bush y sus más cercanos e importantes colaboradores han manifestado «su preocupación» por lo que llaman «dos nuevos focos de tensión» en Latinoamérica: uno que se da en Venezuela con el movimiento liderado por Hugo Chávez y el otro en Nicaragua con los ya conocidos «sandinistas» que nunca han sido bien vistos por los republicanos, menos aún su comandante Ortega. Aparte de lo anterior, Chávez tiene una doble deuda con el señor Bush a quien trató en la ONU de demonio.

Para la visión norteamericana actual, Latinoamérica se ha movido en el esquema geopolí­tico hacia la izquierda, fuera de que en el caso de Venezuela pues aparte de tener ese gobernante «sui géneris» tiene petróleo que también es apetecible.

Entonces, volvemos al principio: ¿a qué se debió el periplo de mister Bush? Elemental mi querido Watson. Con una hora que haya conversado en privado con los gobernantes visitados, al menos sondeo cual era su sentir, ahora y en el futuro, con respecto a sus colegas venezolano y nicaragí¼ense para lo que pudiera ocurrir más adelante. Fuera de ello, no me extrañarí­a que haya conseguido alguna promesa de neutralidad.

Si usted se fija bien, el periplo, fue como para cerrar dos cí­rculos, uno en el sur y otro en el centro. Ahora que la cosa sea fácil y que todo pase como se desea idealmente: my ass¡¡¡¡¡