í“scar Clemente sigue arando en el mar


   El titular es semejante al que encabezó í“scar Clemente Marroquí­n el lunes 3 de este mes: «Poncho Bauer sigue arando en el mar», en referencia a la incansable lucha que ha emprendido el maestro Alfonso Bauer Paiz en defensa de los intereses nacionales, especí­ficamente en lo que respecta a la explotación de los recursos naturales, sin encontrar eco en el Congreso de la República a su propuesta de reformar la Ley de Minerí­a.

Eduardo Villatoro

No voy a reiterar conceptos de ambos personajes, cuyo nexo fundamental es su común interés por la vigencia de un verdadero estado de derecho, sino que a la solitaria campaña que realiza con denuedo el Director General de La Hora para que los guatemaltecos no permanezcamos pasivos ante la sangrienta ola de violencia criminal que nos tiene aterrorizados e indefensos, sino que tomemos conciencia de que se trata de un fenómeno social con hondas raí­ces en la arcaica e injusta estructura del paí­s, a fin de aunar esfuerzos de cara a la indolencia del Gobierno para aplicar un plan o programa capaz de enfrentar al crimen organizado y la delincuencia en general.

 Al advertir que í“scar Clemente está arando en el mar es porque, hasta el momento de escribir estos apuntes, ni siquiera los propietarios, editores y columnistas de los demás diarios impresos han mostrado algún leve signo de acompañamiento a una lucha cí­vica, individual y colectiva para acometer a los grupos antisociales, y hasta los columnistas de este vespertino permanecemos impasibles, sin expresar nuestro apoyo solidario al timonel de este naví­o mediático.

Cotidianamente, los lectores de La Hora pueden detenerse un par de minutos para leer y observar las páginas completas que se dedican a clamar porque los guatemaltecos dejemos de ser tan indiferentes a esa embestida de violencia criminal que azota a la población en todos los departamentos de la República, en áreas exclusivas habitadas por la alta burguesí­a y en sectores marginales del área central metropolitana. Uno de los desplegados se intitula «La violencia nos tiene tas las rejas», mostrando el rostro de una mujer tras una cerca de hierro, con la mirada desalentadora tendida hacia el vací­o, y con estas frases directas, sin rodeos, contundentes: «El clima de inseguridad impide el pleno goce de nuestros derechos. De nosotros depende. Pasemos la voz; es la hora de reaccionar».

  Yo le pregunto a usted, hombre o mujer, joven o maduro, que me hace el favor de darle vida a mis artí­culos ¿qué ha hecho para exigir que se respeten sus derechos y que las autoridades cumplan con su misión constitucional de velar por la seguridad y la vida misma de los habitantes de Guatemala? Probablemente me dirá que solo usted nada puede hacer para que prevalezca la Ley, sino que únicamente se dedica a salvar su pellejo y velar por su familia en la pequeña medida de sus posibilidades. Pero ¿acaso en su colonia, barrio, municipio o aldea no funciona un comité de vecinos? Si no es así­ Â¿Por qué no reúne a los moradores inmediatos a su vivienda para integrarse y de esa manera hacerle frente común a los extorsionadores?, por ejemplo.

Por supuesto que únicamente son vagas ideas que se me ocurren de repente, pero creo que si usted de verdad tiene el interés de contribuir a que termine la zozobra, no espere que un ser querido sea ví­ctima fatal de la delincuencia. Y que los demás medios, editorialistas y columnistas no dejen solo a í“scar Clemente arando en el mar.

 (El humanista Romualdo Tishudo cita este refrán chino: -No des un paso adelante, pero no te quedes atrás).