Los nombres que titulan este artículo, son ficticios, debido al temor de las personas reales de ser perjudicadas en la prestación de servicios en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).
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Por razón innecesaria de comentar, el 27 de marzo pasado, acompañé a una persona a la emergencia del IGSS de la zona 6, paradójicamente bautizado Dr. Juan José Arévalo Bermejo. Ingresamos a las 12:10 hrs., en un momento en el que la sala de espera estaba abarrotada por al menos 30 personas, entre afiliados y otros en la misma calidad que la mía. Supuse que saldríamos en dos horas, debido a comentarios que he escuchado acerca de la duración de una visita a esa institución. Llevé un libro conmigo, por si acaso.
A primera instancia no pude leer, pues decidí observar a las personas que llegaban, y que de a poco llenaban la sala. Había varios afiliados que desde su trabajo tomaron camino hacia ese lugar, pues aún portaban sus uniformes con los logotipos de las empresas que les hacen el «favor» de contribuir al seguro social. Sus rostros reflejaban además del malestar que sufrían, el desconsuelo por la barbaridad de tiempo perdido a la espera de que el médico les atendiera.
Saturnino, un hombre de la tercera edad, que sufre de hemorroides, laboró para esa institución por casi 30 años despachando medicina, y que debido a eso puede elegir el hospital que le quede más cercano, ingresó a la sala aproximadamente a las 12:35 hrs., para ser atendido, por fin, a las 18:00 hrs. Aún así, como quien no habla mal de su rancho, en el tiempo que platicamos, me comentó que la situación no siempre era de esa forma, pues en otras ocasiones ha salido en menor tiempo.
Magnolia, mujer de unos 38 años, de esas que aún portaba su uniforme, ingresó a las 12:00 hrs., y en el tiempo transcurrido hasta que le prestaron atención, vio pasar a los médicos de su clínica una y otra vez, y demorarse en un paciente más de hora y media. Fue atendida a las 17:45 hrs.
La última persona, Sofía, viuda desde hace seis años, ingresó aproximadamente a las 16:00 hrs., con una apariencia terrible, jadeante y sujetando la parte inferior derecha de su estómago. Mientas, los médicos se encontraban solicitando unas placas de Rayos X, que les habían tomado a otros pacientes hora y media antes.
No soporté la situación y a las 17:30 hrs., fui a buscar a los susodichos, para que atendieran a doña Sofía. Sólo uno fue a verla y preguntarle qué sentía, para luego decirle que ya la iban a atender.
Hace varios días llamé por teléfono a esta última, para saber cómo había terminado su situación, y ésta es la respuesta que me dio: la atendieron a eso de las 19:00 hrs., y posteriormente, la operaron (ahora sí) de emergencia aproximadamente a las 21hrs., por apendicitis.
Particular situación la de los afiliados, que no es casual, pues gran cantidad de funcionarios se han dedicado a saquear al IGSS y en lugar de invertir en más centros y calidad del servicio, envían a los pacientes a hospitales privados. Y los médicos, seguro que, en sus clínicas privadas, atienden mejor a sus clientes.
Mientras tanto, enviar sugerencias a la Dirección, dice en las paredes del hospital.