Saturación del seguimiento mediático


John McCain, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, ofrece una conferencia de prensa en Pensilvania.

Los medios estadounidenses dedican a la campaña presidencial más tiempo y espacio del que se necesita, estiman los norteamericanos, mientras se multiplican las crí­ticas por un seguimiento mediático centrado en cuestiones de personalidad más que de contenido.


«Hay una cobertura de la campaña demasiado amplia», sentencia el centro de estudios Pew en un reporte semanal publicado ayer, destacando que esta es la opinión de 51% de los estadounidenses, e incluso de 47% de los demócratas quienes sin embargo siguen a la espera de la designación de un candidato por parte del Partido Demócrata.

Durante la semana de la primaria demócrata en Pensilvania (22 de abril), cerca de la mitad (44%) de la actualidad estaba dedicada a la campaña. Sin embargo solo un cuarto de la opinión pública (25%) estimó que se trataba de la información más importante. Comparativamente se interesó más gente por el precio de la gasolina (27%), que recibió sólo 2% de la cobertura mediática.

Un cierto hastí­o explica sin duda estas cifras. El propio Barack Obama bromea a menudo sobre el hecho que desde que anunció su candidatura en febrero de 2007, hay bebés que tuvieron tiempo de nacer y aprender a andar. Y los estadounidenses aún deberán esperar seis meses antes de conocer la identidad de su próximo presidente.

Periódicos y cadenas de televisión son cada vez más criticados por la calidad de sus seguimientos informativos demasiado superficiales, demasiado centrados en la personalidad de los candidatos y no lo bastante en sus propuestas.

El último debate entre Obama y su rival demócrata Hillary Clinton el 16 de abril dio lugar a una ola de crí­ticas contra los periodistas de la cadena de televisión ABC. Obama se quejó además de que hicieron falta 45 minutos para deshacerse de las polémicas personales y abordar las cuestiones de fondo.

Pero esta crí­tica no está totalmente fundada, estima el profesor de ciencias polí­ticas y comunicación de la Universidad de Michigan, Mike Traugott, para quién «serí­a difí­cil concentrarse en las propuestas cuando se trata de una campaña entre dos demócratas que muy poco separa en materia de programa».

Por último, los equipos de campaña se quejan de que los medios explotan más allá de lo razonable polémicas superficiales como las relaciones de Obama con su ex pastor, sus reflexiones sobre la supuesta «amargura» de los electores de la Pensilvania profunda o las exageraciones de Clinton sobre su aterrizaje en Bosnia.

Pero, como destaca Mark Jurkowitz, directivo del Proyecto por la Excelencia en Periodismo, «serí­a difí­cil argumentar que estas cuestiones no tuvieron impacto o que no merecí­an ser cubiertas».

Las mediciones de los sondeos son de hecho elocuentes: tras la polémica sobre su aterrizaje en Bosnia, la «sinceridad» y «franqueza» de Clinton fue puesta en duda por los electores. Según una encuesta de Pew: sólo 57% la encuentra honesta (frente a 65% en marzo), y 35% ( 6) opina que suena falsa.

Obama por su parte, es percibido menos en sintoní­a con el electorado (73%, -9), menos inspirador (77%, -5), y más arrogante (17%, 4).

El sondeo sobre medios se basa en un análisis de los medios del 21 al 27 de abril, y en preguntas a 1.004 adultos del 25 al 28 de abril, con un margen de error de 3,5%.

El sondeo sobre la percepción de Obama y Clinton se basa en preguntas a 468 demócratas adultos entre el 23 y el 27 de abril, con un margen de error de 5 puntos.