Todavía no cumple dos semanas en el cargo y después de la convincente victoria sobre Ségolí¨ne Royal bien podría estar tranquilo. Sin embargo, el nuevo presidente de Francia le hace honor a su apodo de «Speedy Sarko», tanto en temas de política interior como exterior.
En un tiempo récord Nicolas Sarkozy, de 52 años, se ocupa de los temas políticos más importantes y se involucra en ellos claramente más que su antecesor, Jacques Chirac. Acción y contacto son las marcas de aquello que en París es conocido como el «super-trabajo» de Sarkozy, del que forman parte sus sesiones de jogging, sus pequeñas charlas con ciudadanos y su actividad en la residencia presidencial Fort Bréganí§on, en el Mediterráneo. Incluso, muchos franceses ven rasgos «norteamericanos» en su presidente.
Aunque faltan apenas dos semanas para las elecciones parlamentarias, Sarkozy podría tomarse las cosas con mayor calma dado que la estela de su victoria le augura un buen resultado en los comicios del 10 y 17 de junio. Las encuestas se centran en mayor o menor medida en una sola pregunta: ¿cuán enorme será la mayoría absoluta para el partido de Sarkozy, la UMP?
Pero Sarkozy no sería él si de pronto mantuviera una actitud más reposada y se dedicara tranquilamente a estudiar documentos. El conservador es un hacedor y amplía su radio de acción como presidente a costa de su primer ministro, inmiscuyéndose en la campaña. También quiere la segunda victoria en junio.
El «Jorunal du Dimanche» habla de un «estado histórico de gracia» a causa de la popularidad del nuevo presidente. Dos tercios de los franceses (un 65 por ciento) están conformes con Sarkozy, un índice de aprobación para un presidente recientemente elegido apenas superado hace casi medio siglo por Charles de Gaulle.
Se evalúa positivamente que hable con los sindicatos y haya incluido a la izquierda en el gobierno del primer ministro Franí§ois Fillon, así como la fuerte presencia femenina en el gabinete y sus primeras medidas sociales. Hay en la sociedad francesa una especie de benevolencia curiosa.
También se registra una ofensiva de encanto en la política exterior. A la visita relámpago a la canciller alemana, Angela Merkel, le siguió una visita a la Unión Europea (UE) en Bruselas. Su iniciativa para una Constitución europea simplificada también fue uno de los principales temas en sus conversaciones con el jefe de gobierno italiano, Romano Prodi, en París, y será también el «equipaje político» que llevará a Madrid este jueves.
Los primeros jefes de Estado extranjeros que visitaron el Palacio del Elíseo provienen de ífrica, el continente que Sarkozy ya no quiere tratar de forma paternalista y poscolonialista como sus antecesores, y cuya importancia ya subrayó. Su próxima aparición en un escenario internacional será a principios de junio en la cumbre del G8 en Heiligendamm, Alemania.
El «híper presidente», como lo bautizó el ex primer ministro Jean- Pierre Raffarin, parece querer estar presente en todos lados más que nunca. Sarkozy vigila de cerca a su gente, planea sesiones especiales del nuevo Parlamento en julio, y se prepara para el otoño (boreal), ya que en septiembre, cuando finalizan las vacaciones, los sindicatos suelen poner a prueba la estabilidad de los nuevos gobiernos. Sin embargo, «Speedy Sarko» hará lo posible por evitar que hagan tambalear en lo más mínimo al suyo.