El duelo entre el conservador Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolí¨ne Royal por la Presidencia de Francia está al rojo vivo y apasiona a una mayoría de franceses, que el próximo 6 de mayo elegirán entre dos visiones de país y dos opciones opuestas para salir de la crisis económica y social.
Más que una batalla entre derecha e izquierda, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales será la lucha entre dos opciones de futuro para Francia.
«Al elegirme a mí y a Ségolí¨ne Royal, los franceses demostraron su voluntad de ir hasta el final en el debate de dos proyectos diferentes de sociedad», declaró Sarkozy, de 52 años, favorito de la segunda vuelta.
Los dos finalistas de estos comicios nunca se presentaron a unas elecciones presidenciales, encarnan un cambio de generación después de los 12 años de presidencia de Jacques Chirac, de 74 años, y cortaron de alguna forma con sus respectivas familias políticas.
Además, cada uno a su manera, también comprendió que los franceses han llegado al límite y exigen al nuevo presidente una forma diferente de gobernar, más humana, pragmática y cercana a sus preocupaciones.
En lo demás, todo opone a los dos candidatos.
Sarkozy, que obtuvo más del 31% de los votos en la primera vuelta y salió con ventaja para la segunda, se presenta como el presidente de «todos los franceses».
«Quiero unir a todos los ciudadanos en torno a un nuevo sueño de Francia, una república fraterna en la que cada uno tenga su lugar, nadie tenga miedo de nadie y la diversidad no sea vista como una amenaza sino como una riqueza», explicó.
Acusado de elitista, liberal y extremadamente autoritario, Sarkozy es visto como un político competente, pero con una personalidad complicada, capaz de casi todo para proclamarse presidente, un reto con el que sueña desde hace años.
Las ideas sobre inmigración o la noción de patria defendidas durante su campaña recordaron sospechosamente a las de la extrema derecha.
«La personalidad de Sarkozy supone un problema, pero no lo bastante grande como para marcar las decisiones electorales. Si los franceses tuvieran que elegir entre alguien que despierta recelo y alguien incompetente, elegirían sin duda al que más capacidades demuestre», según Dominique Reynié, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París.
Por su parte, Royal, de 53 años, se jacta de ser la única que escucha realmente a los ciudadanos e insiste en convertir a «toda Francia presidenta» gracias a su proyecto de «democracia participativa».
«Represento otro método. Soy una persona que inspira confianza y que no siente sed de poder. Quiero ejercer una autoridad justa, que no sea ciega ni brutal», declaró Royal, que obtuvo casi el 26% de los votos en la primera vuelta.
Aunque nadie duda de sus buenas intenciones democráticas y sociales, la candidata socialista es acusada de no tener un proyecto económico viable que pueda mejorar la salud financiera del país y de una falta de experiencia notable en cuestiones internacionales.
«Es una visión machista. En esta campaña se ha conseguido extender la idea de que Royal es incompetente», lamentó Reynié.
Independientemente de quién gane las elecciones el 6 de mayo, el nuevo presidente de Francia tendrá ante sí la ardua tarea de reactivar la economía comenzando por una férrea lucha contra el desempleo y la reducción del poder adquisitivo, modernizar un Estado obsoleto, sacar al país del clima de crisis social y estancamiento en el que se encuentra y dar un impulso a la construcción europea que los franceses detuvieron en 2005.
«Os propongo elegir una democracia donde respiremos libremente, un Estado que no desperdicie, una justicia independiente, una prensa plural y libertades públicas garantizadas», prometió Royal.
Según un sondeo publicado esta semana, un 63% de los franceses considera que los dirigentes están demasiado alejados de sus preocupaciones reales.
«Los franceses esperan respuestas concretas (…) La política os ha aburrido profundamente, la actual derecha os ha decepcionado y la izquierda no ha hecho nada por vosotros», admitió Sarkozy.
La tensión entre los dos candidatos y el suspense garantizado hasta el final consiguieron ya un gran triunfo en estas elecciones: que los franceses recuperen el interés por la política y el gusto por ejercer sus derechos democráticos. El pasado 22 de abril, más del 80% del electorado fue a votar y la segunda ronda no debería quedarse atrás.
La candidata socialista Segolene Royal y el centrista Franí§ois Bayrou, cuyos electores son árbitros para la segunda vuelta de la presidencial francesa del próximo 6 de mayo, participaron este sábado en un inédito debate para abordar puntos de convergencia y desacuerdo.
El debate, inédito en la historia política francesa, ocurre a una semana de la segunda vuelta de la presidencial entre Segolene Royal, de 53 años, y el candidato de la derecha Nicolás Sarkozy, de 52, quien lo calificó de «intrigas de corredor».
Bayrou obtuvo el tercer lugar con 18,6% de los votos en la primera vuelta de los comicios presidenciales, frente a 31,18% para el candidato de derecha Nicolás Sarkozy y 25,87% para la socialista Segolene Royal.
Royal y Bayrou, de 55 años, eliminado en la primera vuelta, estuvieron de acuerdo en terminar con el enfrentamiento entre «bloques» en la política francesa y en afirmar que su encuentro no conducirá a una adhesión del ex candidato centrista a la candidata socialista.
Con 6,8 millones de votos logrados en la primera vuelta, Bayrou habló de las «tres fuerzas que estructuran la vida política francesa», derecha, izquierda y centro, con dirigentes «de la misma generación», por lo que «tenemos el deber de hacer mover las cosas».
El próximo duelo electoral entre el conservador Sarkozy y la socialista Royal por la presidencia de Francia está al rojo vivo y apasiona a una mayoría de franceses, que elegirán entre dos visiones de país y dos recetas opuestas para salir de la crisis económica y social.
Al iniciarse el debate difundido por la radio RMC y la televisión BFM-TV, Royal dijo que para ella se trataba de estudiar los medios para «avanzar un pequeño trecho del camino» junto con los centristas, sin esperar una «adhesión» de Bayrou.
Para el centrista se trataba por su lado de superar algunas «actitudes antagónicas» de la vida política francesa, para ver si pueden surgir temas de convergencia con Royal.
Aunque los políticos se distanciaron en especial en el tema de la economía, tuvieron muchos puntos de acuerdo.
«El enfrentamiento bloque contra bloque no funciona», dijo Royal desde el inicio del diálogo. «No hablamos en nombre de los partidos», añadió, al subrayar que inició «un diálogo directo con los franceses» que «sobrepasa los partidos políticos».
Una multitud de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión franceses y extranjeros llegaron la hotel en el que se llevó a cabo el inédito encuentro y donde el miércoles pasado Bayrou celebró una conferencia de prensa y aceptó la invitación de Royal a debatir.
La organización del encuentro fue complicado, pues varios medios rechazaron abrir su espacios, por lo que Royal y Bayrou acusaron a Nicolás Sarkozy de hacer «presiones».
Sarkozy, rechazó la acusación y destacó que Bayrou tenía «el odio de los malos perdedores que no se resignan a salir del escenario».
El candidato ganador el 6 de mayo sucederá al presidente Jacques Chirac (derecha), de 74 años, quien gobernó Francia durante 12 años.
Independientemente de quién gane las elecciones, el nuevo presidente de Francia tendrá ante sí la ardua tarea de reactivar la economía, modernizar un Estado, sacar al país del clima de crisis social y estancamiento en el que se encuentra y dar un impulso a la construcción europea que los franceses detuvieron en 2005.
El pasado 22 de abril, más del 80% del electorado fue a votar y la segunda ronda no debería quedarse atrás.