En el apremio de reducir la dependencia del petróleo importado, más por asunto de costos que por búsqueda de la consolidación universal de la buena conservación del planeta Tierra, los gobiernos y los fabricantes de automóviles han entrado en confrontación y presionan al gobierno de Evo Morales para obtener concesiones y conquistar el control del litio que existe bajo la capa de sal que existe en el Salar de Uyuni en Bolivia, como fue citado en artículo anterior en esta columna.
El gobierno de Morales, quien nacionalizó las industrias petroleras y de gas natural bolivianas, se siente también presionado por grupos indígenas que quieren participación de las utilidades que dejará el litio al país, mientras el gobierno mantiene el control de la situación manteniendo a los extranjeros fuera de los contextos comerciales y de explotación.
La nueva constitución que Evo Morales logró pasar en Bolivia refuerza el reclamo de los indígenas, quienes, con sobrada razón, quieren una participación en la explotación del litio que ha permanecido en esa meseta salada durante millones de años y que le pertenece legal y moralmente a sus habitantes actuales.
Ningún esfuerzo realizado por extranjeros ha prosperado, incluyendo Mitsubishi y Sumimoto y un grupo liderado por un industrial francés, Vincent Bollote. Los mencionados han enviado representantes a La Paz, capital de Bolivia, para tener encuentros con el gobierno de Evo Morales en vías de presionar y obtener acceso al litio.
El diario San Francisco Chronicle del 8 de febrero de 2009 menciona que Oji Baba, un ejecutivo de Mitsubishi dijo en La Paz que «Hay lagos de sal en Chile y Argentina y un prometedor depósito de litio en Tibet, pero el premio mayor está claramente en Bolivia. Si queremos ser una verdadera fuerza en la próxima oleada de automóviles y las baterías que los impulsen, entonces debemos estar aquí».
Mitsubishi no es la única que planea producir carros que utilicen baterías de litio. Los fabricantes estadounidenses tienen también cifradas sus esperanzas en el litio. Una de ellas es la General Motors (GM), quien el próximo año planea sacar al mercado su Volt, un auto que usará batería de litio y gasolina. Nissan, Ford y BMW, dentro de otros fabricantes, tienen proyectos similares.
Saúl Villegas, jefe de una división de Comibol, que controla la extracción de litio, según el San Francisco Chronicle, dijo lo siguiente: «El anterior modelo imperialista de explotación de nuestros recursos naturales nunca se repetirá en Bolivia. Quizás exista la posibilidad de aceptar extranjeros como socios minoritarios o, mejor aún, como nuestros clientes.»
Comibol tiene una inversión aproximada de US $6 millones en una pequeña planta cerca de la aldea de Río Grande en la orilla del Salar de Uyuni, en donde se espera iniciar el primer esfuerzo a nivel industrial de Bolivia para extraer litio del salar y procesarlo para obtener el carbonato para baterías.
Es bastante obvio que las condiciones económicas de Bolivia harán sumamente difícil la tarea de que el mismo Estado boliviano logre producir todo el capital necesario para montar las plantas indispensables para la alta producción que será imperiosa en futuro próximo. La idea de manejar socios extranjeros minoritarios no es mala, una vez Evo Morales logre manejar la situación con respecto a la presión de las multinacionales y países extranjeros, por un lado y, la presión de su mismo pueblo por el otro.