El Salar de Uyuni, ubicado sobre la parte central de la Cordillera Occidental de Bolivia, es una de las regiones más espectaculares del globo, sin duda una joya de los territorios de altura que compromete a una vasta región del altiplano boliviano. El Salar de Uyuni de aproximadamente 120 km x 80 km de extensión además del Salar de Coipasa y otros menores, constituyen un lugar sin parangón en el mundo, rodeada por volcanes donde destacan el Thunupa y el Tata Sabaya, emblemas de la cosmovisión andina.
La región en los últimos años se ha convertido en la más visitada, de hecho es el paso casi obligado para turistas y aventureros que visitan Bolivia, para deportistas de élite especialmente, el Salar de Uyuni se presta para realizar muchos desafíos. Atravesar el desierto blanco es posible en todo vehículo de ruedas.
Visitar algunas de sus islas o acampar en medio del salar representa una experiencia difícil de olvidar, los cambios de temperatura y los cambios dramáticos que sufre el Salar en las distintas posiciones del sol y su refracción en el manto blanco, permiten una policromía mágica de colores que destellan. Recomendable para personas que buscan experiencia únicas.
Pero, el Salar de Uyuni hace que Bolivia, a pesar de su tradicional pobreza, seguramente entre a jugar en las ligas globales debido a la cuantiosa riqueza que existe bajo su níveo manto de sal: Casi la mitad de litio que existe en la Tierra.
A ciencia cierta recordará el lector que el litio es un elemento químico de símbolo Li y número atómico 3. En la tabla periódica, se encuentra en el grupo 1, entre los elementos alcalinos. En su forma pura, es un metal blando, de color blanco plata, que se oxida rápidamente en aire o agua. Es el elemento sólido más ligero y se emplea especialmente en aleaciones conductoras del calor, en baterías eléctricas y, sus sales, en el tratamiento de ciertos tipos de depresión.
El litio es el mineral necesario para darles poder a los nuevos vehículos híbridos o eléctricos y, Bolivia, con Evo Morales al frente del gobierno central, no está dispuesta a rendirse ante el ataque de los países y las compañías transnacionales que andan ávidamente merodeando tras las concesiones para la explotación del Salar de Uyuni, es decir, para la explotación de la «Arabia Saudita del litio», como dijo Francisco Quisbert, de 64 años, el líder de los Frutcas, un grupo de recogedores de sal de la planicie de sal más grande del mundo. «Somos pobres, pero no somos campesinos estúpidos. El litio puede pertenecer a Bolivia, pero también es de nuestra propiedad» finalizó diciendo Francisco Quisbert, según Simón Romero del New York Times, en una publicación del San Francisco Chronicle del domingo /8/2/9, traducción libre.
El futuro próximo, debido a la próxima baja de la producción mundial de petróleo y su escasez en cierne, hará del litio una parte fundamental de la energía guardada en baterías para la movilización automotriz. Por su elevado calor específico, el litio se emplea en aplicaciones de transferencia de calor, y por su elevado potencial electroquímico constituye un ánodo adecuado para las baterías eléctricas. De hecho, los novísimos automóviles denominados híbridos, desde ya utilizan baterías que contienen litio.
Bolivia saltará a la cúspide de la plataforma económica mundial y existe la esperanza de que la riqueza emanada de su tierra quede en manos de su pueblo.
Nada parecido ocurre en Guatemala…