La minería es una industria que debe permanecer, puesto que es una industria que da respuesta a muchas de las necesidades de una sociedad globalizada que, como civilización no podría, de golpe, renunciar a los beneficios directos y colaterales que la minería en general proporciona a los múltiples estratos humanos de esta civilización que ha logrado llegar, entre pitos y flautas, al segundo milenio de nuestra era.
Como ambientalista no puedo estar absolutamente en contra de las acciones mineras y de la utilización de los recursos naturales de la Tierra por parte de la humanidad. Una actitud así podría tomarla una persona que viviera en la Luna o en un planeta lejano, en donde no utilizara vehículos, relojes, computadoras, utensilios de cocina, casas, y demás artefactos que utiliza la humanidad en la Tierra para vivir conforme a la civilización actual.
Sin embargo, el pronunciamiento de esta serie de artículos no es contra la minería per se; el pronunciamiento es una denuncia más contra el saqueo y el abuso de la Tierra, dentro del contexto latinoamericano, que hacen los gobernantes y sus seguidores que toman posiciones detrás del mostrador para la venta, casi literalmente, de los países en casi todo el sentido de la palabra.
El grave problema de la conservación de las aguas, de la tierra y de la paz social en las áreas rurales, en los países latinoamericanos más pobres, es un problema al que no se le ve solución debido a la enorme presión de la tenaza formada por las transnacionales mineras y los gobiernos corruptos que entregan la soberanía de las Repúblicas en manos de los invasores extranjeros.
El Diario La Hora, en página 5 de su edición del 19 de febrero, publicó una nota de Edgar Calderón referente al análisis de los indígenas mesoamericanos sobre el impacto de la explotación minera y la construcción de plantas hidroeléctricas, a las que acusan de causar graves daños al medio ambiente.
Dice el vespertino en partes relevantes: «El Primer Encuentro Mesoamericano de «Defensa de los Territorios Indígenas, frente a las industrias extractivas y represas» se desarrollará en K»uljay (casa de encuentros) 15 Km al oeste de la capital guatemalteca, dijo la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)».
«A la cita asistirán líderes de los Pueblos Indígenas afectados por la industria extractiva y represas en Mesoamérica, así como dirigentes de las Redes Indígenas Regionales».
«Este encuentro forma parte de las actividades que la Oficina Regional para Mesoamérica de la UICN realiza con su programa destinado a fortalecer «las capacidades en las organizaciones indígenas para evaluar los impactos de los proyectos mineros y las represas hidroeléctricas en Mesoamérica», puntualizó.
«El proyecto busca la «defensa de la integridad de los Pueblos Indígenas, sus territorios, recursos naturales y medios de vida, ahora amenazados por los desarrollos de las industrias extractivas y las represas en la región», detalló. (Fin de cita).
La formación de los llamados Pueblos Indígenas es muy importante pero, ¿Quién garantiza que el orden y la organización no pueda salirse de las manos e iniciarse un levantamiento que comprometa a múltiples actores en el inicio de una rebelión masiva en algunos pueblos latinoamericanos en defensa de sus territorios?
«Cuando los indios abran los ojos… rodarán cabezas» decía la Tía Catocha durante sus pláticas coloquiales en la cocina. Es momento de pensar.