El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, llegó a su primer mes de gobierno con una aprobación de más del 70% por su manejo en las relaciones internacionales y el entendimiento con los demás poderes, aunque la inseguridad se perfila como una amenaza a su gestión.
Pese a que era considerado el delfín del ex presidente derechista Alvaro Uribe (2002-2010), del que fue ministro de la Defensa, Santos mostró prioridades diferentes desde sus primeros días, lo que le facilitó reanudar las relaciones con Venezuela y conseguir un acercamiento distendido con los poderes públicos, especialmente el judicial, coincidieron analistas.
«El estilo de gobierno es totalmente diferente al de Uribe. Es más tecnocrático, más republicano en el respeto a la división de poderes, y ha hecho un gran énfasis en la búsqueda de la reinserción y la reconciliación de Colombia con América Latina», dijo Enrique Serrano, experto en política internacional de la Universidad del Rosario.
El mismo día de su toma de posesión, Santos entregó al presidente ecuatoriano Rafael Correa uno de los computadores incautados en el ataque de las fuerzas militares colombianas a un campamento de la guerrilla FARC en Ecuador en 2008, una de las exigencias de Quito para normalizar las relaciones.
Tres días más tarde, acordó con el presidente venezolano Hugo Chávez reanudar las relaciones diplomáticas, rotas semanas antes, y muy rápidamente comenzó un proceso para abordar los asuntos pendientes entre ambos países, especialmente en comercio y seguridad fronteriza.
Los días 1 y 2 de septiembre cumplió en Brasil su primer viaje como presidente, ratificando el interés en reforzar los nexos con América Latina, después de años de una política exterior centrada en Estados Unidos.
«La fortaleza que había ya frente a Estados Unidos ha permitido al gobierno de Santos un manejo más lento de esa relación, para atender lo más importante en este momento que es recuperar los lazos con la región», opinó el especialista en temas fronterizos Ricardo Abello.
«En la medida en que el tratado de libre comercio con Estados Unidos se encuentra empantanado, había que buscar una mejora de las relaciones económicas con los vecinos», añadió.
Colombia suscribió un TLC con Estados Unidos en 2006, pero éste aún no ha sido ratificado por el Congreso en Washington, que objeta la situación de los derechos humanos y sindicales en este país.
Al mismo tiempo, el intercambio con Venezuela, que hasta 2008 era su segundo socio comercial, había quedado casi congelado.
El manejo de las relaciones internacionales le ha valido a Santos una aprobación del 84%, según un sondeo de la firma Gallup conocido esta semana.
Sin embargo, el orden público aparece como el principal problema para el 29% de los colombianos, frente a 17% que tenía esa misma preocupación hace un mes.
Jorge Londoño, presidente de Gallup Colombia, consideró que esa percepción se debe al estallido de un carro bomba el pasado 12 de agosto en Bogotá, así como una escalada de ataques de las guerrillas y la inseguridad urbana en las barriadas de Medellín, la segunda ciudad del país.
«El mayor cuestionamiento a Santos ha sido por la seguridad. Pero la pregunta sería más bien para el gobierno anterior. Evidentemente, ese asunto no estaba tan controlado como se decía», opinó el politólogo Alejo Vargas, de la Universidad Nacional.
La política de «seguridad democrática», de combate frontal a las guerrillas y bandera del gobierno de Uribe, «se venía agotando ya», señaló Vargas, al aseverar que «Santos va a tener que plantear su propia línea de acción antes de que se le complique» el control del orden público.
Una semana antes de su investidura, las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) propusieron un diálogo a Santos, que éste ha rechazado hasta que liberen a los secuestrados que mantienen en su poder y cesen el reclutamiento de menores de edad.