SANTORAL



San Severino, Predicador

Murió el 9 de enero del año 482, pronunciado la última frase del último salmo de la S. Biblia (el 150): «Todo ser que tiene vida, alabe al Señor».

San Severino tení­a el don de profecí­a (anunciar el futuro) y el don de consejo, dos preciosos dones que el Espí­ritu Santo regala a quienes le rezan con mucha fe.

El santo iba repitiendo por todas partes aquella frase de la S. Biblia: «Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz. Pero para los que hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán» (Romanos 2).

En Tulnman llegó una terrible plaga que destruí­a todos los cultivos. La gente acudió a San Severino, el cual les dijo: «El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres y hacer penitencia». Toda la gente se fue al templo a rezar con él. Menos un hacendado que se quedó en su campo por pereza de ir a rezar. A los tres dí­as la plaga se habí­a ido de todas las demás fincas, menos de la finca del hacendado perezoso, el cual vio devorada por plagas toda su cosecha de ese año.