Eduardo Díaz Reyna
En 1542 los frailes dominicos pidieron a las autoridades reales cuatro solares en la ciudad nueva para ampliar el convento. Así nacía el esplendoroso templo de Santo Domingo en la ciudad de Santiago, hoy más conocida como La Antigua Guatemala, y que, como aparece en las crónicas, en 1773 fue abatido por los fortísimos terremotos de Santa Marta.
A continuación, y por razones de espacio, anotaremos algunos hechos y vicisitudes del templo y convento de Santo Domingo hasta su desaparición y posterior traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción, templo que hoy celebra el bicentenario de su inauguración. Veamos:
Fray Domingo Betanzos llegó a Almolonga en 1529 y escogió sitio para una iglesia y convento.
En 1535, a petición del obispo Francisco Marroquín llegaron cuatro misioneros dominicos a tomar posesión de las pocas habitaciones que existían en la hoy Ciudad Vieja, segundo asiento de la capital del reino.
Con los frailes venía fray Bartolomé de las Casas, de larga trayectoria en la defensoría de los indígenas.
El 22 de julio de 1542 los frailes dominicos pidieron cuatro solares en la ciudad nueva para ampliar el convento.
Para 1579 había 50 religiosos.
El 17 de mayo 1551, el convento de San Esteban de Salamanca, España, erigió el convento de Santo Domingo como sede de la provincia de San Vicente de Chiapas y Guatemala.
Santo Domingo llega a ser el convento más grande y rico de la ciudad de Santiago. Su iglesia se terminó en 1666.
Fue la primera iglesia monástica de Santiago que tenía nave principal y dos laterales. Su fachada era maciza con dos torres enormes que contenían diez campanas.
Una de las torres lució el primer reloj público traído a Santiago en 1553. Era un templo de gran riqueza artística.
El fraile inglés, Thomas Gage, describió una lámpara grande de plata delante del altar mayor y le impresionó la abundancia de agua y claustros.
Tenía el convento muchos claustros y huertas extensas.
Historiadores apuntan que la mejor fuente del reino fue construida en 1618 por el padre dominico fray Félix de Mata.
Los terremotos de San Miguel en 1717 derrumban la cúpula y parte del transepto y de un campanario.
Para 1741 el convento tenía 81 religiosos.
Los terremotos de San Casimiro en 1751 lo debilitaron aún más y ya nunca se reparó por completo el edificio.
En 1773 los terremotos destruyeron el templo y convento, y nunca fueron reparados.
El templo fue famoso por la bella imagen de Nuestra Señora del Rosario y por la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo.
A principios de 1990, se inició un proyecto arqueológico en que se descubrió gran parte del convento.
Un grupo de empresarios y arqueólogos guatemaltecos trabajan en su restauración y mantenimiento. Hoy funciona en ese sitio un hotel de primera clase y se construyó un museo que recoge imaginería y pintura antigua.
Bibliografía mínima:
«Arquitectura de Antigua Guatemala». Verle L. Annis. USAC. 1968.
«Las Bellas Artes en Guatemala». Víctor Miguel Díaz. Tipografía Nacional. 1934.
«Por el Mundo de Antigua Guatemala». Asociación José Mata Gavidia. 2ª. edición. 1992.
«Algunas Esculturas de la Virgen María en el Arte Guatemalteco». Miguel ílvarez Arévalo. Impresos Industriales. 1982.
«El Señor Sepultado de Santo Domingo». Federico Prahl Redondo. USAC. 1997.