Salud y educación



Es indiscutible que la labor de fiscalización realizada en el Congreso de la República es importante y que apenas pocos representantes se toman la molestia de realizarla. La diputada Nineth Montenegro es una de las que con trabajo dedicado y acucioso, logra desentrañar situaciones que ameritan reflexión y ahora ha puesto el dedo en la llaga al advertir que porcentualmente se está incrementando más el presupuesto de los gastos militares que los de salud y educación.

Cierto es que en cifras absolutas el aumento es menor para el Ejército, pero la legisladora está llamando la atención sobre el hecho de que la programación de los gastos para el próximo ejercicio fiscal está dando en términos relativos menos importancia a los dos pilares del desarrollo humano que tanta falta nos hace en el paí­s.

Es indudable que los guatemaltecos no hemos logrado realmente superar el pasado y seguimos atados a una visión muy peculiar del paí­s con énfasis en las cuestiones militares, no obstante que vivimos en tiempos de paz y que ni siquiera se ha trabajado seriamente en el planteamiento de una nueva doctrina que establezca con claridad el papel de las fuerzas armadas en esta era posconflicto armado interno. Es indudable que necesitamos un Ejército capaz de cumplir con los mandatos constitucionales, pero ello pasa por una readecuación de los gastos militares y un reposicionamiento institucional para garantizar el rescate del prestigio y de la identificación de las fuerzas armadas con los intereses de la población.

Pero más allá de cualquier otra consideración, lo importante por el lado del gasto en la formulación del Presupuesto tiene que estar en la definición del paí­s que queremos y es indudable que lo que más falta nos hace es invertir en salud, educación y justicia como pilares de la seguridad. No podemos pasar por alto que en vez de desembolsar dinero en gastos militares, harí­a falta que se invierta más en los rubros capaces de generar desarrollo humano y en aquellos que nos permitirí­an combatir la criminalidad y crear mejores ambientes en el paí­s mediante el combate a la impunidad fortaleciendo las áreas de investigación cientí­fica para contrarrestar el accionar del crimen organizado.

Es inaudita la actitud de las autoridades encargadas de la preparación del proyecto de Presupuesto al seguir dando énfasis al gasto en cuestiones militares cuando es evidente que el mismo Ejército no tiene claro cuál debe ser su papel en esta etapa de la vida nacional. Todo gasto en milicia tendrí­a que ir al fortalecimiento de una institución depurada, capaz de identificarse plenamente con su pueblo tanto en la defensa de la soberaní­a como para reaccionar en apoyo de la ciudadaní­a en momentos de emergencia y crisis. No es cuestión de antimilitarismo ni de objetar por objetar la asignación al Ejército, sino simplemente de establecer prioridades aun en la inversión en ese rubro.