¿Quiénes compran los fármacos antidepresivos en Guatemala? ¿Cuál es su problema de salud y cuántas tabletas consumen para sobrellevarlo? ¿Quién los atiende y cómo los medica? El Ministerio de Salud Pública desconoce las respuestas a esas preguntas, pues los propios funcionarios admiten que no se cuenta con un control estricto sobre la comercialización de antidepresivos, aunque se comprobó que se pueden adquirir sin necesidad de tener una receta médica, y los expertos advierten que eso puede derivar en problemas médicos y de seguridad.



ejuarez@lahora.com.gt
Además de creer que satisfacía su necesidad de conseguir algo de “tranquilidad” en su vida, Amanda* sabía que estaba incurriendo en una ilegalidad al adquirir antidepresivos evadiendo los procedimientos normativos, pero en todas las ocasiones encontraba una forma para justificarse a sí misma esa costumbre que estaba poniendo en riesgo su salud.
“Yo sabía que no estaba bien, pero creía que de verdad lo necesitaba y me convencía de que tenía que tomarme las medicinas. Al principio le compraba las pastillas a un joven que conseguía recetas médicas y después me di cuenta que yo misma podía comprarlas sin complicarme”, explica.
Según la entrevistada, podía pedir que una farmacia le llevara los fármacos con “benzodiacepinas” –medicamentos psicotrópicos con impacto sobre el sistema nervioso central– hasta la puerta de su casa y nunca le pedían una receta médica o un informe que constatara la necesidad de consumir las píldoras.
Entre los problemas familiares cotidianos y conflictos personales, los antidepresivos que llegaban a sus manos parecían un suspiro, un alivio, recuerda Amanda, quien solo después de recibir ayuda de un especialista por dos años consiguió dejar su “adicción”.
En Guatemala, la falta de control sobre la comercialización de fármacos hace que una gran cantidad de medicamentos, incluyendo antidepresivos y otros productos que generan dependencia, estén al alcance de personas que arriesgan su salud e incluso pueden morir al consumirlos en exceso y sin la vigilancia de un experto.
SIN REGISTROS
La Hora solicitó al Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social un informe sobre los fármacos antidepresivos autorizados para su comercialización en el país y el control de las ventas de éstos en las farmacias y droguerías autorizadas por las autoridades.
La cartera de Salud respondió con un listado de 177 productos autorizados para la venta, pero sobre el control de las tabletas vendidas y los consumidores, se informó de parte del Departamento de Regulación y Control de Productos Farmacéuticos y Productos Afines, que el tema no es de su “competencia”.
Una respuesta escueta para un problema extenso y profundo.
Según el Acuerdo Gubernativo 712-99, corresponde al Ministerio de Salud Pública, la regulación del registro sanitario de referencia, inscripción sanitaria, fabricación, fraccionamiento, control de calidad, distribución, comercialización, importación, almacenamiento, prescripción, dispensación, evaluación de conformidad de los productos enumerados, así como lo referente a su uso racional y su intervención en aspectos relacionados a estupefacientes, psicotrópicos y sus precursores.
Asimismo, en la sección de “responsabilidad”, el acuerdo indica que corresponde a los establecimientos involucrados en la cadena de distribución y comercialización legalmente autorizada, la custodia, conservación y dispensación de medicamentos de uso humano de venta bajo prescripción médica.
Herbert Sáenz, coordinador del Programa Nacional de Farmacovigilancia del Ministerio de Salud, asegura que no hay “medicamento que no requiera de una receta para ser dispensado en una farmacia” y reconoce que este tema es un desafío, pues las farmacias se hacen de la “vista gorda” en el cumplimiento de las normas.
“Lógicamente se hacen monitoreos y se determina cuáles –farmacias– sí y cuáles no están cumpliendo con las reglamentaciones del país”, dice el funcionario, pero advierte que realmente no se cuenta con suficiente personal para supervisar a todas las droguerías.
Sáenz cree que “ningún antidepresivo requiere de un control tan específico como que cada ministerio o ente regulador sepa cuántas ventas o cuántos se consumen”, aunque al cuestionarle sobre la identificación y control de las farmacias que no cumplen con las normas, aseguró que “definitivamente lo sabemos” y señaló que se les da el seguimiento necesario para tomar las medidas pertinentes.
Se solicitaron detalles específicos sobre la vigilancia de la comercialización de los antidepresivos a Sáenz, quien prometió entregar la información la semana pasada, pero al cierre de esta edición no había enviado el informe prometido.
Entre tanto, Jorge Alborna, presidente de la Gremial de Fabricantes de Productos Farmacéuticos, indica que en Guatemala existe una reglamentación sobre los fármacos y ésta se cumple por parte de los directores técnicos de cada empresa y se mantiene un control de los productos clasificados como sicotrópicos y barbitúricos, entre otros. “La experiencia nuestra es que sí existe un control”.
Alborna asegura que en Guatemala existen entre 10 y 15 mil fármacos de venta libre y otros bajo receta detenida, sobre los cuales el Ministerio de Salud mantiene una supervisión constante.
NEGOCIO LETAL
Óscar Manuel Cóbar, decano de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia de la Universidad de San Carlos, reconoce la importancia de los antidepresivos en el ejercicio de la Medicina, pero también señala que su venta sin control puede ocasionar serios problemas de salud y conflictos sociales.
Existen negocios que se benefician de la falta de control sobre los medicamentos, según el académico, quien además considera que el crimen organizado y el narcotráfico también tienen relación y beneficios como resultado de la falta de vigilancia, no solo en el contrabando, sino también en la distribución entre los consumidores. “En mi opinión, es mucha venta al menudeo; hay personas que ya conocen quienes son los consumidores de este tipo y en ese sentido es ahí donde está –el negocio de– la distribución”, señala.
Consumir antidepresivos sin una receta médica deviene en un problema de salud pública, pues generan adicción y problemas de conducta como consecuencia del deterioro del sistema nervioso central, dice Cóbar, pero puntualiza que en el comercio de narcóticos también se generan problemas relacionados con la seguridad social.
Jorge Villavicencio, ministro de Salud, considera que un consumo desmedido de fármacos contra la depresión puede generar problemas cardiovasculares, provocar un infarto –con un severo deterioro de la salud a largo plazo– y hasta ocasionar la muerte.
El Ministro admite que la cartera de Salud no cuenta con un control sobre la venta de los antidepresivos y tiene clara la magnitud del problema: “Eso está fuera de la ley porque, digamos, esa no es la norma. Claro, hay muchas cosas, como contrabando de estos medicamentos, pero obviamente ese es un delito, ya que no son las normas establecidas que se tienen que hacer”.
ESCASOS RECURSOS
Cóbar estima que la falta de control se debe a que el Departamento de Regulación y Control de Productos Farmacéuticos y Productos Afines del Ministerio de Salud cuenta con recursos insuficientes para realizar una supervisión de las sustancias de este tipo que se comercializan en Guatemala.
El trabajo del Ministerio se ve muy limitado por la falta de recursos económicos, pero si contaran con estos recursos, el control se podría realizar de una mejor manera, señala el académico.
“Obviamente nosotros estamos en el proceso de fortalecer esas áreas, ya que es bien importante que esto no suceda”, dice Villavicencio.
Villavicencio explica que la sección de Farmacovigilancia mantiene control en los hospitales del país y desarrolla un plan específico de las reacciones que pueda tener un fármaco, como los antidepresivos, sobre los consumidores, pero corresponde a la sección de Control de Productos Farmacéuticos la vigilancia cercana de la comercialización.
La Hora intentó conocer la postura de la Jefa del Departamento de Regulación y Control de Productos Farmacéuticos y Productos Afines del Ministerio de Salud, pero no se obtuvo una respuesta.
* Nombre modificado
Consumidora de antidepresivos sin receta