Los primeros vertebrados muñidos de patas, los tetrápodos, aparecieron hace 397 millones de años, según indican huellas encontradas en Polonia, que arrojan una nueva luz sobre la evolución de la vida marina hacia la vida terrestre, informó ayer la revista Nature.
Las huellas encontradas en sedimentos marinos que datan del período Devónico medio (397-385 millones de años), son 18 millones de años anteriores a los más antiguos tetrápodos descubiertos hasta el presente, según los trabajos de los científicos Grzegorz Niedzwiedzki, de la universidad de Varsovia, Per Ahlberg de la universidad de Uppsala (Suecia) y sus colegas, publicados en la revista Nature.
Esos primeros tetrápodos son asimismo diez millones de años anteriores a los más antiguos fósiles de elpistostegalianos, familia de peces cuya cabeza se asemeja a la de los tetrápodos pero que están dotados de dos pares de aletas.
«Creíamos que había una transición de los elpistostegalianos a los tetrápodos, algo similar al paso entre dinosaurios y aves, a través de pequeñas modificaciones morfológicas sumamente sutiles», declaró a la AFP el paleontólogo Philippe Janvier, del Museo Nacional de Historia Natural de París y autor de un comentario publicado asimismo en la revista Nature.
A la luz del reciente descubrimiento, se deduce ahora que los dos géneros de vertebrados procederían de un antepasado común. La cuestión que se plantea ahora es a qué se parecía ese antepasado. «Pareciera que no se asemejaba ni a uno ni al otro», según Janvier, que cree que ambos están emparentados con otra familia de peces más antigua, los osteolépidos.
Además, contrariamente a lo que se creía hasta el presente, los primeros tetrápodos no habrían vivido en lagos de agua dulce y deltas fluviales, sino en el fango marino que queda al descubierto con la marea baja o en albuferas de arrecifes coralinos.
«El medio ambiente fluvial del Devónico probablemente no aportaba (a los tetrápodos) recursos alimenticios tan abundantes y fáciles de capturar», señalan los autores de la investigación.
El origen fluvial suponía que los tetrápodos buscaban primeramente sus presas en aguas pocos profundas antes de avanzar hacia la tierra para capturarlas, pero esta hipótesis no concordaba con la evolución de su morfología y de su dentadura.