SAKER-TI: El ocaso de un amanecer


Jacobo Rodrí­guez Padilla, pintor guatemalteco y miembro del grupo Saker-ti. FOTO LA HORA: CORTESíA JAIME BARRIOS PEí‘A

Recientemente, nos han llegado noticias de los problemas de salud de Jacobo Rodrí­guez Padilla, uno de los artistas referentes de Guatemala en el extranjero. A pesar de lo penoso que significa conocer el padecimiento de este gran pintor, hay otros detalles aún mayores que representa este ocaso de su vida.

Por Virsa Valenzuela Morales

Sarker-ti en caqchikel significa amanecer. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Rodrí­guez Padilla no sólo fue representante del arte guatemalteco, sino que es el último artista productivo de la llamada generación Saker-Ti, denominado así­ por la palabra caqchikel que significa «amanecer».

A Saker-Ti hay que ubicarlo en el contexto del Gobierno de Juan José Arévalo Bermejo, por lo que es importante crear relaciones del momento polí­tico histórico con el ideario artí­stico que desarrolló.

Previiamente a la Revolución de 1944, el ambiente del paí­s para el desarrollo intelectual y artí­stico era casi nulo. La dictadura de Jorge Ubico -y que Federico Ponce Vaides intentó continuar- truncó toda posibilidad para el desarrollo del arte. No es casualidad, pues, que muchos artistas jóvenes, sobre todo escritores, se hayan (con)fundido con el movimiento popular que derrocó el régimen de 14 años.

Muchos de estos artistas inéditos, como Augusto Monterroso, por ejemplo, encontraron un mejor ambiente tras el derrocamiento, y se incorporaron a los gobiernos revolucionarios como diplomáticos, lo cual les permitió desarrollarse en paí­ses con mejor aptitud artí­stica.

Al contrario de los artistas emergentes que sobrevivieron a Ubico, Luis Cardoza y Aragón, que desde la década de los veinte habí­a logrado sobresalir en Parí­s, y otras ciudades del extranjero, retorna a Guatemala con el triunfo de la Revolución. í‰l se convierte en un ví­nculo entre los escritores consagrados y de vanguardia (incluyendo a Miguel íngel Asturias) con los jóvenes inquietos que toman el lugar de artistas emergentes con la salida de los artistas maduros que sufrieron la dictadura de Ubico.

Cardoza funda la Revista Guatemala, la cual reunió a las plumas consagradas, con la de escritores en el extranjero y artistas jóvenes dentro del paí­s. Estas condiciones serán el caldo de cultivo para que en 1947, estos jóvenes escritores y artistas plásticos fundan Saker-Ti a través de un documento al estilo de los manifiestos usuales durante las vanguardias europeas de principios del siglo XX.

Este documento se conocerí­a como las Siete Afirmaciones (ver recuadro). Si se observa el ideario «estético» de Saker-Ti, se puede notar que esta especie de manifiesto tení­a poco en cuanto a su orientación artí­stica, y se sentaba en valores sociopolí­ticos, el cual expresa el compromiso de los intelectuales, artistas y escritores ha sacar al paí­s del subdesarrollo y motivar un cambio económico.

Es decir, su propuesta artí­stica tendí­a a reproducir una estética del realismo social, que buscaba transformar una sociedad a través del arte.

Dentro de las siete afirmaciones se pueden rastrear algunas de las polí­ticas básicas de los gobiernos de la Revolución, esencialmente de Juan José Arévalo, tales como desarrollar la educación, involucrar a las clases rurales, indí­genas y campesinas, así­ como motivar una Reforma Agraria.

Entre las figuras que se mencionan como parte de este grupo se encuentran Jacobo Rodrí­guez Padilla, Julio Fausto Aguilera, Huberto Alvarado, Melvin René Barahona,

Raúl Leiva, José Marí­a López Valdizón, Olga Martí­nez Torres, Carlos Navarrete,

Werner Ovalle López, Oscar Arturo Palencia, Roberto Paz y Paz, Abelardo Rodas Barrios, Rafael Sosa, Miguel íngel Vásquez y Orlando Vitola, que fueron muy prolí­ficos durante los gobiernos de la Revolución.

Sin embargo, con la Contrarrevolución, muchos de estos autores tuvieron que optar por exilio, como es el caso de Rodrí­guez Padilla, o bien refugiarse en el silencio editorial, como fue el caso de la mayorí­a, de quienes poco o nada se conoce de la proyección de su obra.

Otros, con peor suerte, sufrieron persecución polí­tica, como es el caso de Melvin René Barahona o José Marí­a López Valdizón. Los menos aún quedan vivos, pero destinados al olvido social, como es el caso de Julio Fausto Aguilera.

Quiero referir, pues, que este grupo, a pesar de que el ambiente cultural necesario para existir fue muy corto, está terminando de desaparecer en el olvido; sus exponentes -los que no murieron durante la guerra interna- están muriendo de a poco sin que se les reconozcan sus aportes dentro de la cultura nacional. A pesar de que su ideario estético pudiera ser criticado por ser más parecido a un «panfleto» que a un manifiesto artí­stico, se debe reconocer que fue también influyente para otros poetas, sobre todo los que continuaron la labor artí­stica durante el conflicto armado interno, y cuya suerte fue peor, por haber sido muertos en la clandestinidad.

Saker-Ti, que escogió ese nombre con la intención de ser el amanecer del desarrollo artí­stico guatemalteco, está hoy dí­a a punto de desaparecer en cuanto a sus integrantes, sin que hayan logrado su cometido.

El Grupo Saker-Ti (Amanecer en cakchiquel).


Revista de Guatemala apenas la dirigí­. De 1944 a 1954 (la década civilizada) parte la viví­ fuera, no por mi gusto: el gobierno preferí­a mantenerme a distancia. La revista morí­a y renací­a, más pobremente; a nadie interesaba dentro de Guatemala. Boicot del medio y los gobiernos mismos. La hací­a volver a la vida, encaminaba un número a mi paso. Raúl Leiva y compañeros de su generación y más tarde con los jóvenes del grupo Saker-ti, la cuidaban y publicaban sus obras completas.

Los sakertianos masivamente ingresaron al Partido Comunista, en los años del presidente Arbenz (1951-1954), igual que si hiciesen la primera comunión. Tuvieron consistencia ideológica; más hermandad de secta. Fueron como el lirio de los valles en el Cantar de los cantares.

¿Cómo entrar al partido? Yo era simpatizante del partido y muchí­simos de sus miembros no lo eran. Por su oficialismo y por su divorcio de la realidad, en parte hoy resalta como cristalización pequeñoburguesa del estancamiento. Habí­a un partido, escasos comunistas: los comunistas hubiesen peleado. Para algunos jóvenes que viví­an dí­as virginales, entrar al Partido Comunista significaba asumir un noble rechazo y, con emoción de audacia y sorpresa, tocar alga más allá de lo prohibido, algo maldito.

En verdad la fundación del partido ocurre con la caí­da del presidente Jacobo Arbenz, caí­da que nunca siquiera imaginaron. En el partido hubo más que doctrina caudillismo. Fue un partido inflado: las fracciones surgieron de sus endebleces, y no éstas de aquéllas. Paulatina o rápidamente, entre ellos varios capaces, supieron mostrar personalidad. Destacarí­a de Saker-ti a Huberto Alvarado (1927-1974). Le sacaron los ojos, murió en la tortura. Como siempre, aparecieron por millares los devotos del oportunismo, obedientes a simples frivolidades, a prácticas de economí­a doméstica.

Pablo Neruda visita de nuevo Guatemala en 1949, después del Congreso de la Paz celebrado en México, al cual asistió Paul í‰luard y se llevó a Dominique, a quien tanto quiero, tan ligada a dichas y penas y furias nuestras.

Pablo habí­a dado ya el salto cualitativo de sus Residencias a Canto general. Se habí­a librado de González Videla, a quien se le recuerda nada más por haberlo perseguido. Entonces estuvo enraizado en el estalinismo monoteí­sta de esos años. Encontró en los jóvenes de Saker-ti mentalidades ávidas y frescas que lo recibieron como se lo merecí­a y dejó en ellos posiciones cuadradas, que él con talento vencí­a en lo suyo.

Neruda confesó haber vivido el estalinismo que asolaba el pensamiento revolucionario, particularmente en nuestra América. Habí­a desaparecido toda posición critica y objetiva. La exigencia era maniquea, religiosa, dogmática. las cosas vení­an del «realismo socialista» y otros catecismos. Desde luego, aparte y años antes, sitúo a José Carlos Mariátegui. Fue nuestro Gramsci.

Al caer el presidente Jacobo Arbenz, en 1954, casi todos los dirigentes se salvaron exiliándose. Huberto Alvarado era secretario general del Partido Comunista cuando murió asesinado en 1974, por el general Kjell Laugerud (1974-1978); otros murieron de muerte natural; algunos viven proscritos. Ninguno de ellos se dedicó a la coprofagia.

Fui el mejor amigo que pude y me defendieron en periódicos de ataques en serie con cualquier pretexto; se alejaron de mí­, como un solo hombre, por órdenes partidarias de un subdesarrollo incalculable y me adversaron cuando novatos «comunistas», Retorno al futuro se volvió «trotskista» para su flamante dogmatismo. Esta obra la cuidó en la imprenta Juan Rejano, responsable para América Latina del Partido Comunista Español. El partido guatemalteco no se dio cuenta por bisoño de que publicar mis páginas en seguida del «bogotazo» a mí­ atribuido, era enfrentarse definitivamente, con intrepidez y energí­a moral, a la mediatización, a la burguesí­a. Dificultades clásicas de cultura y poder, de poema y acción.

Noble fue el ansia de servir de Saker-ti; mitológica, su credulidad primaria. Eran tan jóvenes mis únicos amigos que se equivocaban con perseverancia implacable.

¿Cuál fue el destino de estos muchachos que tanto quise? Ah, cómo los recuerdo, con lágrimas de emoción: eran el saker-ti de Guatemala y tuvieron destino fiero y duro, como el amanecer que está labrando la nueva ola del mar guatemalteco. Formaron una bandada, entre ella: Melvin René Barahona, quien murió en la miseria, quizá en Buenos Aires o en Córdoba, Argentina, repitiendo poemas mí­os, cada vez que como niño huérfano deliraba. Enrique Torres, musicólogo, regresó a Guatemala, tras no sé cuántos lustros y murió de un ataque al corazón al sentirse en el páramo. Rafael Sosa vive en Moscú, hace más de un cuarto de siglo, con terquedad inconsciente de ser guatemalteco sólo comparable a la mí­a; a José Marí­a López Valdizón, cuentista que moraba en las nubes y hablaba con pálidos colores lo despertaron de un culatazo que le destrozó el cráneo. Jacobo Rodrí­guez Padilla, suspiro que pinta, se ha vuelto faquir y ha conseguido en Parí­s nutrirse con el aire.

El grupo lo veo como una celdilla eléctrica cuya influencia algo trascendí­a, y por constituir la agrupación de jóvenes más puros de la década 1944-1954, habí­a que apagarlos al nacer. Fueron entonces solemnes y didácticos, sintiendo sobre sí­ enormes responsabilidades. Comprendo bien, más que bien, su conducta y no puedo olvidar que la noche anterior a mi ostracismo obligado a Enrique Torres lo vi lamentarse con más sentimiento que el muy grande mí­o. Quizá no captaron que si no los acompañaba como ellos lo entendí­an entonces se debió, precisamente, al respeto y el cariño que les profesaba.

Estoy recordándolos con alegrí­a y dolor. Con su pensar o con el mí­o de entonces y ahora, nuestra tierra, por tanto amarla, nos rechazaba. í‰ramos seres anómalos en el ambiente, pletóricos de afanes que permanecen siendo los mismos, que a ellos les costó la vida o el destierro, y a mí­ me costó partir sin perder nunca la amistad de mis compañeros. Sigo estando con ustedes y no sé si se equivocaban o si me equivocaba; sé que cada dí­a estuvimos ardiendo en un solo fervor.

Quise conocer Quiriguá. Pasaba a la oficina en donde se hací­an las reservaciones en un hotel de la United Fruit Co., dada que las ruinas se encontraban en una de las fincas bananeras. Nunca habí­a lugar; a la tercera negativa ya no tuve malicia sino convencimiento. La Ufco era un enclave, nuestro Guantánamo. Al ministro de Francia, Gilbert Medioni, que profundizaba en estudios mayas, como no habí­a visto las estelas en piedra dura de Quiriguá, le propuse hacer juntos la visita, apartó habitaciones y así­ logré ir a Quiriguá, para mí­ vedada. Se vio más tarde que Guatemala era un enclave en la compañí­a frutera, y no a la inversa. En vez del quetzal, habrí­a que haber puesto, entonces, una penca de bananos en el escudo.

Luis Cardoza y Aragón

«El rí­o: Novela de caballerí­as»

MIEMBROS DE SAKER-TI


Julio Fausto Aguilera (1929)

Huberto Alvarado (1927-1974)

Melvin René Barahona (1931-1965)

Raúl Leiva (1916-1975)

José Marí­a López Valdizón (1929-1975)

Olga Martí­nez Torres (1927)

Carlos Navarrete (1931)

Werner Ovalle López (1928-1970)

Oscar Arturo Palencia (1932-1981)

Roberto Paz y Paz (1927)

Abelardo Rodas Barrios (1930)

Rafael Sosa (1928)

Miguel íngel Vásquez (1922)

Orlando Vitola (1922-1952)

LAS SIETE AFIRMACIONES DE SAKER-TI


1. Afirmamos que el hombre vive en la tierra y que su existencia es la posibilidad de su desarrollo integral. Sostenemos los principios que valorizan y exaltan la posición del hombre como hombre, quien sometido a factores ambientales, ha perdido vigor de su lactancia humana que lo coloca en un plan crí­tico y contra los cuales debe luchar para superar su actual condición. Comprendemos esta situación y nos responsabilizamos en la búsqueda de un nivel máximo que dé el lugar que le corresponde al hombre en el mundo.

2. Afirmamos que hasta ahora la mayor influencia en la formación del hombre ha sido y es una base económica desigual. El hombre vive sujeto y subyugado al aspecto económico que lo ha hundido y le absorbe sus más vitales funciones. El poder económico en manos de una pequeña minorí­a sólo ha servido para deshumanizar y despersonalizar al ser humano. Creemos que existe una inversión de valores ante la cual nos responsabilizamos para buscar y seguir los caminos y las normas que liberen y coloquen al hombre en una situación donde tenga derechos y obligaciones consecuentes con la equidad.

3. Afirmamos que sólo en un ambiente de libertad puede lograrse la realización de la posibilidad de integración del hombre, verificación indispensable para la existencia de la convivencia humana; entendiendo la libertad como poder y facultad de los hombres para actuar en la vida social sin más normatividad que la impuesta por la conciencia personal y el sentido de responsabilidad.

4. Afirmamos que una de las máximas expresiones del hombre es el arte, como intento de perdurar en el mundo. Siendo el arte impulso eterno y permanente del hombre frente a su mundo y frente a la vida, no se puede sujetar a ningún principio ni forma de expresión porque la creación es una necesidad vital del espí­ritu del hombre, que busca nuevas dimensiones de realización. No obstante, creemos que el arte puede llenar su función, cuando refleja situaciones de la vida social.

5. Afirmamos nuestra confianza en que pronto ha de surgir la verdadera educación, que cumpliendo totalmente sus fines, forje personalidades humanas de firme conciencia e integridad que emplazados en los terrenos humanos sepan resolver las exigencias que su pueblo y su época les imponen afrontar; esta educación, atendiendo a las esencias del hombre ha de lograr el progresivo desarme psicológico de los pueblos para iniciar el perí­odo de la compresión y de la paz.

6. Afirmamos que el intelectual tiene una gran responsabilidad ante la problemática del mundo, de su patria y de su pueblo. Consideramos que todos los guatemaltecos tenemos la obligación de plantear y tratar de resolver las siguientes cuestiones fundamentales de nuestra patria: a) intensificar la producción agrí­cola y lograr su mecanización; b) trabajar por la industrialización del paí­s; c) luchar por la efectiva elevación de las condiciones de vida de las mayorí­as; d) laborar por la liberación del indio; e) exigir la realización de la Reforma Agraria democrática; f) tomar medidas defensivas contra la intromisión del imperialismo internacional; g) elevar el nivel cultural de las masas campesinas y obreras; h) realizar en forma progresiva la democracia funcional; i) iniciar el inmediato conocimiento de las necesidades económicas, polí­ticas y sociales de Centroamérica para forjar la comprensión de los pueblos y llevar a término la unión de los paí­ses í­stmicos, y j) manifestamos nuestra preocupación por los pueblos que sufren las consecuencias de la opresión y la miseria y sostenemos que deben tomarse las medidas efectivas que los salven y liberen de tal situación.

7. Afirmamos que la actual crisis mundial tiene que resolverse de una nueva actitud frente a la vida y su problemática. América Indí­gena tiene el deber imperativo de ser la sí­ntesis de los valores humanos para orientar la burbuja de la cultura universal y salvar los antagonismos del mundo. Creemos firmemente en la realidad germinal de la cultura americana, porque las raí­ces históricas de América y su proceso evolutivo de superación lo afirman y confirman. En consecuencia, la actitud del indoamericano debe tender a realizar la posición directriz que le tocará a nuestro continente en el porvenir del mundo.

Guatemala, 1947