¿Quién sabe si usted tiene este problema? El trastorno obsesivo-compulsivo es un desorden de ansiedad que afecta a muchas personas en distintas épocas de su vida, siendo descritos los períodos de la adolescencia y el embarazo en las mujeres como factores exacerbantes. La importancia de conversar acerca de este tema radica en que con frecuencia esta enfermedad se vive con mucha angustia, sufrimiento y en soledad, como una enfermedad oculta. Esto debido a que las personas que lo presentan consideran que pueden ser poco comprendidas, marginadas, rechazadas, debido a que para sí mismas/os también constituye algo poco comprensible.
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Consiste en una entidad con las características de la presencia de obsesiones: pensamientos, imágenes e impulsos repetitivos, constantes, involuntarios e indeseables, que poseen diferentes contenidos como los temores a la contaminación o a poseer una enfermedad como sida; o incluso, pretender hacer daño a alguien más, entre otros. En cuanto a las compulsiones: actos o rituales que tienen la finalidad de combatir a las anteriores, se presentan aparentemente carentes de lógica, a veces de manera extravagante. Ejemplos de ellas son la necesidad excesiva de orden y limpieza; con ello el lavado de manos, de ropa, el bañarse de manera excesiva que provoca en ocasiones lesiones en piel, coleccionar y ordenar objetos de distintas maneras, por su tamaño por su forma, por su color, etc.
Si los rituales son interrumpidos, la persona que los ejecuta necesita volver a iniciar desde su principio la misma actividad, paso a paso, lo que provoca lentitud en el desenvolvimiento de su vida cotidiana; y en oportunidades la desesperación por parte de las personas que la acompañan.
Existe en esta forma de ansiedad una especie de pensamiento mágico, que va incluido en las obsesiones/compulsiones de quienes las poseen. Ya que consideran que si no ejecutan sus actos compulsivos a cabalidad el efecto se constituirá en algo malo indeseable; por ejemplo, si no camina evitando las líneas de los cuadros del piso, «algún ser querido podría enfermar o morir».
Visualizar este diagnóstico nos ayuda a proporcionar un tratamiento específico para el mismo, lo que prodiga esperanza y mejora la calidad de vida de quienes sufren este tipo de ansiedad así como para sus familias. El tratamiento recomendado es el psiquiátrico, con la utilización de algunos medicamentos contra la ansiedad y antidepresivos entre otros, los cuales mejoran sustancialmente los síntomas. Unido a los fármacos se hace necesaria la psicoterapia que ayude al individuo/a a lidiar con sus síntomas, a comprender y expresar sus emociones y a ponerle un límite a las obsesiones para que él o ella nuevamente sea dueño de su vida.