Hoy es uno de esos días en los que la ociosidad me llama a susurros, porque no tiene fuerzas para gritarme. Amanecí sin deseos de levantarme de la cama ni de realizar alguna labor. Pero como el deber con La Hora es superior a mi incipiente holgazanería, debo cumplir con mi obligación, y para no hacerme tan pesado este cometido aproveché la ayuda de algunos de mis contados lectores que, por el correo electrónico, me han enviado breves relatos, informaciones y anécdotas.
Q- Como acaba de anunciarse que por mayoría de votos se calificaron a las 7 maravillas del mundo contemporáneo, la maestra de un grupo de estudiantes de primaria les pidió que fueran ellos los que anotaran a su libre albedrío cuáles son las 7 maravillas de todos los tiempos.
A pesar de mínimas diferencias este fue el resultado: las Pirámides de Egipto, el Gran Cañón del Colorado, el Taj Mahal, el Canal de Panamá, el Empire State, la Basílica de San Pedro y la Muralla China.
Pero la maestra se dio cuenta que una niña no había terminado su tarea, preguntándole si tenía alguna dificultad. La chica asintió, diciendo: «es que son muchas» las maravillas. Finalmente concluyó su labor y le entregó el papel a su profesora, que se asombró cuando leyó lo escrito por la niña:
«Yo pienso que las 7 maravillas del mundo ?anotó- son: poder ver, poder oír, poder tocar (a mi gato), poder probar (un helado), poder sentir, poder reír y poder amar». La maestra comprendió, entonces, que las cosas más preciadas de la vida no se pueden construir con maquinaria ni comprar con dinero.
Q- Un millonario ofrece una rumbosa fiesta en una de sus mansiones, invitando a personas famosas y acaudaladas, algunas de las cuales ni siquiera conocía personalmente. En determinado momento ordena que cese la música y solicita a sus invitados que se acerquen a un estanque, donde cría cocodrilos australianos.
Toma el micrófono para decir: -Quien se tire a esta piscina, consiga atravesarla y llegue vivo a la otra orilla se ganará mis autos, mis aviones y esta mansión. En ese momento alguien salta al agua. La escena es impresionante. La lucha es intensa. El intrépido hombre se defiende como puede del ataque de los cocodrilos. Les sostiene la boca con pies y manos y les tuerce la cola. Parece una película. Después de varios minutos de terror, llega al otro lado del estanque, lleno de heridas, casi desnudo y exhausto.
El anfitrión millonario se aproxima al valeroso sobreviviente de tan desigual batalla, lo felicita y le pregunta: -¿Dónde quiere que le entregue los autos y los aviones? El hombre responde: -Gracias, pero no quiero ni sus autos, ni sus aviones ni su mansión, porque yo también soy multimillonario y no necesito nada de usted. Impresionado, el anfitrión repone: -Si usted no quiere ni autos ni aviones, ni esta mansión, ¿qué desea? El inesperado héroe replica: -¡Sólo quiero encontrar al hijo de %$ que me empujó!
Moraleja: somos capaces de muchas cosas que ni siquiera nos imaginamos. Sólo basta un empujoncito.
Q- Según una nota informativa del diario español El País, Nueva Zelanda no puede cumplir con el protocolo de Kyoto, referente a la reducción de gases, a causa de las flatulencias (llamados pedos, por el vulgo) de los ejemplares de su población ganadera, de 41 millones de ovejas y 10 millones de vacas.
No se tienen datos de las flatulencias de gatos, perros, caballos y demás fauna doméstica y salvaje, y tampoco se cuenta con estadísticas del género humano, respecto a esta clase de sonoridades y olores.
Sólo respecto al ganado, haga usted sus números y sacará sus propias conclusiones: una vaca expulsa al año unos 900 kilos de metano (equivalente a 120 litros de gasolina), multiplicado por 10 millones, más 45 kilos de metano (120 litros de gasolina) producidos por cada una de sus 41 millones de ovejas. Imagínese a todos esos animales pedorreándose al unísono.
Q- Romualdo me contó que ha descubierto el sexo de las moscas, y para convencerme me contó la siguiente anécdota: Una mujer llega a su hogar, dulce hogar, y, para variar, encuentra al zángano de su marido, que está cesante desde hace unos 10 años, sentadote en la sala mirando televisión, con un matamoscas en una mano y una chela en la otra.
Como si no fuera obvio, la esposa lanza esta inocente pregunta: -¿Qué estás haciendo? El gandul responde: -Pues ya lo ves, matando moscas. ?¿Y ya has matado algunas? curiosea la mujer. -Sí ?afirma el pelafustán-, a tres moscas machos y a dos hembras.
Intrigada, la abnegada esposa cuestiona: -¿Cómo sabés si son machos o son hembras? El marido explica:-Sencillo. Tres estaban posadas en un vaso de cerveza, y dos en el teléfono.