Rusia entierra a Yeltsin


Bendición. Un cardenal de la iglesia ortodoxa de Rusia dio la última bendición al cuerpo de Boris Yeltsin en la Catedral de Cristo Salvador, en Moscú.

El primer presidente de Rusia, Boris Yelstin, fue enterrado hoy en el cementerio Novodevichi, de Moscú, en presencia de dos ex presidentes de Estados Unidos y otros dignatarios extranjeros, según las imágenes difundidas por la televisión rusa.


Yeltsin, que falleció el lunes pasado a causa de una crisis cardí­aca a los 76 años, fue inhumado en una fosa cavada en la hierba al compás del himno nacional ruso, que es el mismo que el soviético.

Justo antes de ser enterrado, su cuerpo fue mostrado por última vez al público. Su viuda Naina acarició la cabeza del difunto y dejó caer un pequeño objeto en el interior del ataúd, y sus dos hijas Tatiana y Elena también lo abrazaron.

El presidente ruso Vladimir Putin encabezó a las autoridades presentes, acompañadas por dignatarios extranjeros, entre ellos los ex presidentes estadounidenses Bill Clinton y George Bush.

El cementerio de Novodevichi, junto a un monasterio del soiglo XVI a la orilla del rí­o Moskova, no lejos del centro de la ciudad, acoge los restos de numerosas personalidades rusas.

La organización del funeral nacional de Boris Yeltsin fue una cuestión estatal cuidadosamente preparada por el Kremlin, que quiere reconciliar el tumultuoso pasado de Rusia con los objetivos polí­ticos actuales, estimaron expertos rusos el miércoles.

Desde el dí­a en que asumió la jefatura del Estado, hace siete años, el presidente Vladimir Putin, delfí­n elegido por el mismo Yeltsin, se vio enfrentado a un dilema: demostrar respeto a su predecesor y renegar simultáneamente de todo lo que se habí­a realizado durante la era Yeltsin.

El Kremlin de Putin ha constantemente puesto en evidencia los excesos de la época de Yeltsin, comenzando por las dudosas privatizaciones que crearon un puñado de potentados, hasta el caprichoso comportamiento del ex presidente, que lo convirtió en objeto de burlas.

Es evidente que la finalidad del Kremlin es mostrar que esto no se repetirá.

Vladimir Putin se volvió muy popular al poner fin a lo que el Kremlin llamaba «las aberraciones» del régimen Yeltsin. Pero se abstuvo de criticar a su predecesor, que la mayorí­a de los rusos acusa abiertamente de todas las desgracias ocurridas después de la era soviética.

«Putin deshizo lo que Yeltsin habí­a hecho», resume Pavel Felguenhauer, un analista polí­tico independiente.

«Pero lo hizo utilizando la Constitución de Yeltsin. Nosotros debemos recordar que Putin es una parte integrante del régimen de Yeltsin, aunque haya rechazado muchas de sus estrategias», agregó.

Otros expertos destacan que Yeltsin representaba para la mayorí­a de los rusos una dicotomí­a entre la euforia surgida de la caí­da del comunismo, y la desilusión registrada durante el posterior caos social. Es una situación que Putin sigue tratando de controlar.

«La situación es única en Rusia», destacó Rose Gottemoeller, directora del Centro Carnegie de Moscú.

«Bajo Yeltsin, muchos rusos fueron dejados al borde del camino. Hubo un sentimiento de enorme injusticia», agregó.

«Creo que el Kremlin decidió hace mucho tiempo tratar a Yeltsin con respeto como el primer presidente de Rusia. Ellos quieren sacarlo del pantano de los años 90 y presentarlo como una figura histórica positiva», dijo.

Según Gottemoeller, hubo un importante elemento de cálculo polí­tico y diplomático en la decisión del Kremlin de organizar una ceremonia de adiós para este hombre, que era un «héroe» en Occidente y tan poco querido en Rusia.

«Uno de los objetivos estratégicos de la presidencia de Putin es mostrar que Rusia ha recuperado su lugar en el plano internacional», destacó esta analista.

«Los lí­deres mundiales (los ex presidentes norteamericanos Bill Clinton y George Bush padre, fundamentalmente) vinieron a su funeral, que fue una ocasión de mostrar que Rusia es un paí­s civilizado que puede rendir homenaje a sus lí­deres difuntos en una forma civilizada», explicó.