¡Que se rindan los mediocres! Yo, en cambio, soportaré los golpes del destino todo el tiempo que sea necesario y, luego de sacar fuerzas de mi flaqueza me erigiré como ganador absoluto.
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¡Que descansen los débiles! Yo, por el contrario, continuaré soportando la carga de la vida hasta que llegue a mi meta final, en donde seré coronado, gracias a mi inquebrantable constancia.
¡Que huyan los cobardes! Yo, a diferencia de ellos, le presentaré a la adversidad valeroso combate cuerpo a cuerpo, y no abandonaré mi esfuerzo, hasta derrotar totalmente a mi enemigo.
¡Que se lamenten lo perdedores! Yo, en forma distinta, alzaré mis manos en señal de gloriosa victoria, y, aunque esté agobiado por incontables problemas, entonaré un himno triunfal y optimista.
¡El éxito exige grandes sacrificios, pero vale la pena!