La socialista francesa Ségolí¨ne Royal, elegida candidata del partido para las elecciones presidenciales del 2007, pidió hoy el apoyo de todos para derrotar a la derecha y garantizó que su prioridad es convertir de nuevo a Francia en un Estado modelo y ejemplo.
«No siento ninguna gloria personal (tras la elección), sino una inmensa responsabilidad y un gran deber», aseguró Royal, de 53 años, en una declaración ante la prensa en la región de Poitou-Charentes, que gobierna desde 2004.
Tras conseguir más del 60% de los votos de los afiliados socialistas en unas primarias celebradas el jueves, una victoria clara que no necesitó ni siquiera una segunda vuelta, sus dos rivales, Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn, se vieron obligados a mostrarse buenos perdedores y a garantizarle su apoyo.
Esta mujer de 53 años, que podría convertirse en mayo en la primera presidenta de la historia de Francia, se esfuerza en representar una nueva imagen de la formación socialista, debilitada y dividida tras la escandalosa derrota en las presidenciales del 2002.
«El mundo ha cambiado, Francia avanza y la política debe también cambiar. Quiero encarnar ese cambio profundo (…) No tengamos miedo de las ideas nuevas», aseguró, entre los aplausos de sus adeptos.
Sin embargo, la tarea que le espera en los seis meses venideros será ardua y si el titular de Interior, Nicolas Sarkozy, de 51 años, se confirma como candidato de la UMP (gran partido de derecha francés) en enero, el duelo entre los dos populares políticos, que encarnan una renovación en sus propios campos, no conocerá tregua hasta el 22 de abril, fecha de la primera vuelta de las presidenciales.
Consciente del desafío que supondrá luchar contra Sarkozy, Royal se apresuró en pedir la unión de todos los socialistas tras su elección triunfal.
«Todo el mundo estará junto a ella y contra la derecha», le garantizó Strauss-Kahn, mientras Fabius, algo más reticente, aseguró a su adversaria que está «preparado» para fomentar la cohesión del partido.
Para Franí§ois Hollande, primer secretario socialista y compañero sentimental de Royal, con la que tiene cuatro hijos, «todos los socialistas ganaron» el jueves. El líder del partido pidió además a la candidata que «conserve su identidad y originalidad durante la campaña».
Después de haber sido objeto de duras críticas y comentarios machistas por parte los pesos pesados del socialismo, quienes la acusaron de ser una populista sin ideas propias, ajena a la esencia del partido e ignorante en cuestiones claves de política interior y exterior, la victoria del jueves da a Royal una legitimidad que ya no se puede poner en duda.
Incluso la propia derecha ha mostrado su recelo ante la victoria de Royal, que según los sondeos podría derrotar a Sarkozy en una segunda vuelta.
«No será un adversario fácil», advirtió el diputado de la UMP Dominique Paillé.
La candidata socialista desea estar más cerca de los problemas diarios de los franceses en un país donde el abismo entre la clase dirigente y los ciudadanos se ahonda cada día, como pusieron de manifiesto los violentos disturbios en los suburbios de París en 2005 y las multitudinarias protestas del pasado abril por un polémico contrato laboral para jóvenes lanzado por el gobierno de derecha.
«Hago un llamamiento a todos los franceses, hombres y mujeres de nuestro país: Unámonos, movilicémonos e imaginemos una Francia que tenga el valor de hacer frente a los cambios sin renunciar a su ideal de libertad, igualdad y fraternidad», pidió.
«Pregúntense qué pueden hacer por su país», lanzó Royal, retomando una frase pronunciada por ex presidente estadounidense John F. Kennedy en su discurso de investidura en 1961.
Menuda, elegante y sin perder en ningún momento una gran sonrisa, Royal, enérgica madre de cuatro hijos, ha insistido en su campaña en una idea de democracia participativa. Tampoco ha dudado en remover cuestiones sagradas para sus compañeros de partido como la inmigración, la delincuencia juvenil, la duración de la jornada laboral o el control de las autoridades por parte de jurados populares.
Sus atrevidas propuestas le valieron críticas de los pesos pesados del socialismo, que la consideran demasiado cercana a la derecha.
Según el diario de izquierda Liberation, la elección socialista «fue histórica». Para el vespertino Le Monde, «los militantes escogieron a la persona más capaz de vencer a la derecha, pero también expresaron un deseo de renovación dentro del partido».
La elección de Ségolí¨ne Royal como candidata del partido socialista para las presidenciales francesas de abril y mayo de 2007 se enmarca dentro de un movimiento todavía tímido en Europa que comienza a situar a mujeres en puestos políticos de importancia.
La primera mujer candidata a presidenta en Francia fue Arlette Laguiller (Lucha obrera) en 1974. Desde entonces, esta líder de izquierda se presenta a cada elección, pero al igual que las féminas que la imitaron posteriormente, como por ejemplo la ecologista Dominique Voynet, lo hace sin esperanza de resultar elegida.
En otros países de Europa, son raros los grandes partidos que llevaron a cabo campañas electorales con una mujer como líder. Margaret Thatcher, primera ministra británica de 1979 a 1990, y íngela Merkel, elegida canciller alemana en noviembre de 2005, son grandes excepciones.
Edith Cresson, efímera primera ministra francesa de 1991 a 1992, no consiguió ganar la campaña electoral para ser la candidata a las presidenciales, pero sigue siendo la única francesa que ejerció este cargo en el país.
La primera mujer, en Europa y en el mundo, que fue elegida jefa de Estado en unas elecciones fue la islandesa Vigdis Finnbogadottir en 1980.
Actualmente Europa cuenta con tres jefas de Estado: la irlandesa Mary McAleese, reelegida en 2004, que había sustituido en 1997 a Mary Robinson, elegida a su vez en 1990, la letona Vaira Vike-Freiberga elegida en 1999 y reelegida en 2003, y la finlandesa Tarja Halonen, elegida en 2000 y reelegida en 2006.
Sin embargo, las mujeres siguen siendo minoritarias en los parlamentos de Europa del Oeste, donde sólo representan un 19% de las diputadas. La paridad sólo se roza en Suecia, con un 47,3% de mujeres en la Cámara de Diputados.
España, con un 36% de mujeres en el Congreso de los Diputados y un 23,2% en el Senado, ocupa la octava posición mundial. Además, desde la llegada al gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en 2004, cuenta con idéntico número de ministros de ambos sexos.
En el orden mundial, Francia ocupa el puesto 84º en lo que se refiere a paridad, ya que sólo tiene un 12,2% de diputadas y un 16,9% de senadoras.
Se puede decir que el país jamás fue un defensor de la causa femenina, ya que concedió el derecho a voto a las mujeres en 1944, lo cual permitió a las ciudadanas votar por primera vez en unas municipales un año después, es decir, 50 años más tarde que Nueva Zelanda, 13 después que España y Brasil y 10 más tarde que Turquía.